Se habla tanto de ella, y algunos tan bien, aunque a la gente que yo suelo seguir no le haya gustado, que al final parece que no me quedaba más remedio que ver esta película. Dos científicos, en una observación rutinaria, ven que un asteroide que viene de la Nube de Oort va a impactar sin remedio contra la Tierra. Los dirigentes políticos y los media, enfrascados en sus obsesiones diarias, no se lo toman en serio. La presidenta del país -una Trump en femenino-, pendiente de renovar su mandato; los presentadores televisivos, de aumentar el share de su programa; el país en general, de atender a sus cuitas afectivo profesionales. Solo hay un imperativo, la actualidad. La inminencia del fin del mundo está a 6 meses y 14 días pero la gente está a lo suyo. Se puede pensar que los creadores de la peli están lanzando una alerta sobre las consecuencias del cambio climático. Lógicamente no es lo mismo un fin catastrófico por el impacto de un asteroide que un final a cámara lenta por las perturbaciones del clima. La película está concebida como una gran burla, cercana al sarcasmo.
En la segunda parte la peli gira hacia otro tipo de alerta: la amenaza de las profecías tecnológicas de los gurús de Silicon Valley. El mundo, al fin, se da cuenta de que el impacto del asteroide es real y que hay que destruirlo. Entonces se adueña de la pantalla un personaje mezcla de Elon Musk y Steve Jobs: promete acabar con el hambre y hacer rico a todo el mundo asaltando al asteroide, dividiéndolo en fragmentos y haciéndolo caer sobre la océano de modo que se puedan aprovechar los materiales de qué está compuesto y que escasean en la tierra. Así que se aborta el plan inicial de destruir o desviar la trayectoria del asteroide y se acepta el plan del gurú. Por supuesto el plan fracasará.
La película no es tan mala como yo me temía pero tampoco tan buena como muchos dicen. Cuando la burla está desprovista de ironía el efecto es la risa por encima de la reflexión. El sarcasmo se agota en el acto, la ironía inicia una reflexión. El Jueves contra Órbita Laika, por poner un ejemplo. Es poco útil para meditar sobre nuestros defectos. Buena para pasar el rato, que es de lo que se trata en estas fechas. Netflix.
Being the Ricardos
Lucille Ball y Desi Aznar fueron famosos en la tele americana, ¿qué interés podrían tener para el público español? Podrían tenerlo por los actores que los representan: Javier Bardem y Nicole Kidman. Pero la historia es floja, muy floja diría yo, y los actores, que son el gancho, no funcionan: no hay química entre ellos, pero lo que es peor, en ningún momento veo que detrás de Bardem este Desi Arnaz y que detrás de Kidman este Lucille Ball. En cada escena, en cada plano veo al actor Javier Barden interpretando a Desi Aznar y a la actriz Nicole Kidman haciendo de Lucille Ball. En ningún momento, mientras veo la película en Amazon Prime, tengo la impresión de tener delante a aquellos dos animales televisivos de los años 50.
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