sábado, 29 de agosto de 2020

Bien común

 

Cuando yo uso una palabra –insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso– quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.

La cuestión –insistió Alicia– es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

La cuestión –zanjó Humpty Dumpty– es saber quién es el que manda…, eso es todo.” (Lewis Carroll A través del Espejo).


- Maestro, cómo saber cuáles son las mejores ideas

- Esa no es la mejor pregunta, Jaimito

- Pablo, maestro, Pablo

- La única pregunta que tiene sentido para nosotros, Pablito, es ¿quién tiene el poder?

- Es decir, ¿cómo lo podemos conquistar?

- Aprendes rápido, queremos saber quién tiene el poder para arrebatárselo a quien lo tiene

- ¿Entonces las ideas no tiene ninguna importancia?

- Sin duda, las ideas mueven el mundo, siempre hay un conjunto de ideas que se imponen a otro conjunto ideas. Unas están arriba y otras debajo. Las ideas son el motor que nos llevará al poder

- Entonces, ¿no hay ideas mejores e ideas peores?

- No, tan solo ideas útiles

- ¿La verdad, el bien?

- La verdad no nos interesa, Pablito, porque no nos importa la realidad, cómo sea la realidad nos es indiferente. Nuestro objetivo es cambiarla. Tesis XI, recuerda.

- La realidad que queremos está en el futuro, queremos construirla, ¿no es así, maestro?

- Me admira tu rapidez, Jaimito. Por eso hay que combatir a quienes se empeñan en mostrarnos las cosas tal como son, tal como ellos dicen que son. No nos importa el cómo, nuestras preguntas son por qué (o quién causa) y para qué

- ¿Quiénes son los culpables del hambre en el mundo? Hacer soñar a la gente con un mundo verde, diferenciado, azul, que les movilice

- Eso es. Somos activistas no pensadores, Pablito. Por eso no hay que prestar atención a quien argumenta mejor que nosotros acerca de la verdad. Es posible que nos dejase en evidencia. Y por eso somos relativistas de la verdad. La verdad es un comodín a conveniencia. Es el bien el que nos interesa

- ¿Qué hacemos maestro ante alguien que argumenta mejor que nosotros, que se gana al público exponiendo con claridad verdades que a nosotros no nos interesa reconocer?

- Desacredítalo, busca una debilidad, encasíllalo en una facción con connotaciones negativas, no temas utilizar el insulto o la humillación personal. En general, ese tipo de personas no suele responder a la provocación personal. Son vergonzosos o tienen un alto concepto del honor. Aprovéchate de ello, arrincónalos o achántalos si hace falta.

- ¿Y si soy yo quien sufre un escrache?

- No te defiendas, ataca, y si hace falta invéntatelo para que en los medios aparezcas como víctima. Si apareces como víctima ganas el corazón de medio mundo

- Entonces, maestro ¿Qué es el bien?

- El bien es una abstracción que no nos interesa definir con precisión pero que debemos hacerla nuestra. El bien es la almendra de la conversación. Todo el mundo proclama que quiere el bien

- Debemos aparecer como los únicos defensores del bien ¿Pero acaso no es el bien lo que defendemos per se, maestro?, ¿no es el propósito de todo movimiento o fuerza política?

- A ver si comprendes el matiz, Pablito, el bien es lo que nosotros defendemos

- ¿Que no es lo mismo que el bien, el bien en sí que, como tal, es mera abstracción?

- Como te he dicho la verdad que defendemos es relativa, a conveniencia

- El bien y la verdad son abstracciones subordinadas a un objetivo superior

- Así es. Como esta es la idea fundamental para conseguir el poder debemos establecer con claridad quiénes son los verdaderos defensores y quién sus enemigos

- Sé, maestro, quiénes son nuestros enemigos, los enemigos del bien, quiero decir. Aquellos que buscan su bien particular, que corrompen a la sociedad, que patrimonializan el poder, los hipócritas de los que hablaba Jesús porque su decir y hacer son cosas diferentes

- Lo has comprendido perfectamente, Pablito. Nosotros como el apóstol Pablo defendemos el bien común.

- El apóstol Pablo, ahora comprendo

- y la aguerrida hermana Irene

- más bien, la pacífica Irene

- no, Pablito, aguerrida. Dialéctica, confrontación, acuérdate del método. Cómo el apóstol Pablo con la espada, no queremos convencer sino imponer nuestra idea de bondad. El bien es nuestro. El bien común es la bandera tras la que la iglesia militante empuja hacia el poder

- Aquella Iglesia y la Iglesia nueva, comprendo. Apóstoles del bien común. Pero no somos los únicos, maestro, que defendemos la idea del bien común

- No, por supuesto, hemos modernizado la idea, junto a ella tintinean otras cosas: la paz, el progreso, acabar con la pobreza en el mundo, la afirmación positiva de identidades antaño subyugadas, la limpieza de la Tierra, el fin del capitalismo. Hemos conseguido desde hace décadas imponer ese conjunto de ideas a toda la sociedad

- Es el discurso dominante

- Hemos conseguido que sea dominante. De ese modo podemos establecer quiénes son los enemigos del bien común. En cualquier conversación hablamos desde una posición de superioridad y quienes se oponen a cualquiera de esos aspectos parten de la sombra, les podemos disminuir, inferiorizar, amedrentar, hundir, porque la sociedad ha hecho suyo el discurso

- Yo lo hago, maestro, sé como encasillar al que me contradice, una sola palabra me basta para acorralarlo. Digo facha o simplemente derechista, incluso neoliberal, y ya me vale para acallarlo

- Has aprendido rápido, Pablito. Esa es la esencia del método, nunca te defiendas, ataca. Ante un periodista que te hace una pregunta molesta dile que le esperas en la próxima revuelta del camino. A un juez que quiera encausarte señálalo, sitúalo en el bando contrario. Amenaza, acusa, pon en duda su honorabilidad

- Maestro, luego están los que se parecen a nosotros, en los que la gente confía cuando las cosas van más o menos, ¿qué hacemos con ellos?

- Esperar. Nosotros somos los extremistas del bien. Esperamos nuestra oportunidad, a que las cosas vayan realmente mal, entonces desenmascaremos a los moderados del bien, buenistas los llaman con desprecio

- A los socialtraidores

- La extrema necesidad exigirá extremistas del bien que castiguen con dureza a quienes les han llevado a ese estado. Las oportunidades históricas siempre acaban por llegar

- Pero maestro, ahora, ¿no estamos mandando, no tenemos parte del poder?

- Solo somos observadores privilegiados, nuestra posición es inmejorable. Si las cosas acaban peor de lo que están tenemos a quien culpar, si acaban bien nos arrogaremos el mérito

- Pero, maestro, si conseguimos el poder de verdad, para qué lo queremos

- Para hacer el bien, Pablito

- Pero ¿el bien no era una abstracción?

- Si, una abstracción que iremos modulando según las necesidades del poder

- Lo importante es que la gente crea que la idea que tiene del bien está de la mejor manera representada por el poder, por nuestro poder

- Has comprendido

- Pero mientras tanto, maestro, permíteme una cala en la realidad: qué hacemos con la caótica vuelta al cole, qué hacemos con la caótica propagación de la pandemia, el diferencial negativo con los demás países, qué hacemos con los que se han quedado sin trabajo o no cobran los ERTE ni el ingreso mínimo vital, qué hacemos con la crisis institucional, qué hacemos con la gente que el hundimiento del turismo ha echado a la calle, qué hacemos con los viejos que se mueren

- Es el momento de la dureza de carácter, Pablito, somos observadores te digo, estamos a la expectativa, es nuestra oportunidad. 'Saldremos más fuertes', ¿no era el eslogan de los moderados del bien? pues hagámoslo nuestro


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