Quizá
haya quien no crea que detrás del asunto de la tesis del presidente
o del título universitario del líder del principal partido de la
oposición hay un debate moral decisivo, que a una parte no le
importe demasiado si hay un porcentaje mayor o menor de plagio en la
tesis, si hay errores técnicos o chuscos en su confección, si sus
descuidos tienen que ver con la calidad de la investigación, si
tiene algún valor que el tribunal no fuese constituido de acuerdo
con las convenciones universitarias, si la directora del tribunal era
amiga o no del doctorando, o que a otra parte no le importe que su
líder superase en cuatro meses 12 materias de las 25 de Derecho,
tras ser elegido diputado madrileño en 2007, cuando para la otra mitad
había tardado 7 años, que se las convalidasen sin una clara
justificación, quizá piensen, todos ellos, que la confianza en el
líderazgo de la nación no tenga nada que ver con la honradez
intelectual, quizá no les importe a unos y a otros que se ponga en juego nuestro sistema universitario, que este aparezca
tan atrás en el ranking internacional de universidades, quizá tampoco que cuando ellos
mismos o sus hijos tengan que hacer un trabajo académico o un examen
los criterios no tengan que ser iguales para todos, tampoco les
importará que, en consecuencia, el sistema español produzca muchos
futbolistas y pocos premios nobel o que nuestra tecnología tenga tan
pocas patentes o que nuestra industria sea subsidiaria de
internacionales extranjeras, quizá esta tolerancia en este y otros
asuntos esté relacionada con la sentimentalización de la política
donde la deliberación racional es sustituida por el like que
pestañea lacrimoso de emoción ante nuestro Ronaldo o nuestro Messi
políticos cuando aparecen en debates o quizá el 70 o el 80 por
ciento de los ciudadanos que deposita el like en forma de papeleta en la urna no vea en este debate un asunto moral que
tiene que ver con una vida más racional, más trasparente, más
justa y más igualitaria, pero, al menos, esa misma población
ciudadana, inhábil para las sutilezas morales, sí debería darle la importancia que merece que nuestro actual
presidente haya accedido al cargo pidiendo y obteniendo los votos de
los partidos cuyos líderes están en prisión o huidos de la
justicia por haber atentado gravemente contra el Estado del cual,
nuestro actual presidente, es le primer ejecutivo.
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