Un
partido es como una goma elástica, se estira cuanto puede para
abarcar espacio a derecha y a izquierda, cuánto más se estire su
elasticidad será menor, con el riesgo de romperse. Proponer ideas
sencillas y claras es difícil en tiempos convulsos, sobre todo si se
piensa que el poder está al alcance. La tentación de meter los
sentimientos en política siempre ha estado ahí y pocos políticos
han sido inmunes a ella. A eso se le llama populismo. Si la
ciudadanía está crecientemente infantilizada, mayor es el motivo
para hablarle con claridad, esperando que se comporte como un adulto al
que se reclama cordura. Si se requiere tiempo para educar a la
población, démosle tiempo, vayamos de coalición en coalición pero
sin renunciar a una forma de hacer política racional y honrada, sin
competir con los demás partidos en ganarse el corazón de la gente.
Si durante un tiempo el partido es minoritario, pues que sea así.
Hay que introducir la racionalidad en la política. Con el nacimiento
de un partido como C’s parecían posibles ambas cosas, la claridad
en las propuestas y el asentimentalismo. Pero ayer cruzaron una frontera. Los símbolos constitucionales, la bandera, el himno, la
constitución, deben ser neutros, como el decorado de fondo donde
discurre la vida pública. Nadie debe apropiárselos y si lo hace
debe ser castigado. Además ese partido nació como reacción al
sentimentalismo abanderado del nacionalismo, que él caiga en ese
defecto es una enorme decepción.
lunes, 21 de mayo de 2018
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