En los escritores de
aforismos, a poco que uno rasque, se ve el exhibicionismo, cuando no
la arrogancia, ya estén extraídos de otros libros, exentos de
laboriosas argumentaciones o cadenas lógicas, o
concebidos ex novo, como pildorillas de sabiduría y en forma de
consejos morales irrefutables. Suelen predicar la humildad, algo que
no se aplican, porque cada uno de los aforismos está concebido para
que destelle la inteligencia del autor y al lector no le quede otra
que la debida reverencia. Uno tiende a leerlos con curiosidad,
apreciando el ingenio, pero la lectura no suele dejar el poso
prolongado del autor reflexivo realmente comprometido con la
realidad. Cuanto más efectista sea el enunciado menor valor de
verdad.
Taleb no es una
excepción, más bien parece encantado de haberse conocido y de
dispensar generosamente su sabiduría, incluso aconseja no leer más
de cuatro de una sentada, seguro de la distancia que le separa del
lector. No obstante leer un libro de aforismos, de máximas, de
proverbios, de epigramas o de dichos es como resbalar por la cresta
de la ola en que el tiempo se balancea, con sus brillos y sus
opacidades, sus hechizos intelectuales y sus diabluras retóricas, es
informativo, pero no hay que dejar de atender al viejo consejo del
charlatán, presta atención a lo que digo, pero no tomes en
consideración lo que hago.
He aquí algunos ejemplos:
Arrogante: “En
ciencia necesitas entender el mundo; en los negocios necesitas que no
lo entiendan los demás”.
Humorístico:
“El doble castigo de
la modernidad es hacernos envejecer prematuramente y vivir más”.
“No hay un estado
intermedio entre el hielo y el agua, pero hay uno entre la vida y la
muerte: un empleo”.
“Igual que comer
carne de vaca no te convierte en una vaca, estudiar filosofía no te
hace más sabio”.
Moralista: “Una
prostituta que vende su cuerpo (temporalmente) es muchísimo más
honorable que alguien que vende su opinión para ascender o mantener
su trabajo”.
Provocador: “Quienes
piensan que la religión trata de 'creencias' ni entienden la
religión ni entienden las creencias”.
Estupefaciente: “El
problema del conocimiento es que hay muchos más libros sobre aves
escritos por ornitólogos que libros sobre aves escritos por aves y
libros sobre ornitólogos escritos por aves”.
Contrafáctico: “La
economía no puede asimilar la idea de que lo colectivo (y el
conjunto) son desproporcionadamente menos previsibles que los
individuos”.
Gurú: “Si por la
mañana sabes cómo será tu día con cierta precisión, es que estás
un poco muerto: cuanta más precisión, más muerto estás”.
Elitista: “En una
multitud de cien, el 50% de la riqueza, el 90%de la imaginación y
el 100% del coraje intelectual residirán en una sola persona, no
necesariamente la misma”.
Displicente: “La
mayoría de la gente tiene que esperar a que otra persona diga 'esto
es arte del bueno' para decir 'esto es arte del bueno'; algunos han
de esperar a que lo digan dos personas o más”.
Liberal: “La justicia
distributiva no es quitarle a alguien que se ha arriesgado y ha
ganado honradamente: es mantener muy elevada la probabilidad de que
pierda su fortuna”.
Reduccionista:
“Típicamente, la mitad inferior ha sido fastidiada por la clase
media. Así es toda la historia de Roma”:
Apodíctico: “A los
Estados nación les gusta la guerra; a las ciudades-estado les gusta
el comercio; a las familias les gusta la estabilidad; y a los
individuos les gusta el entretenimiento”.
Chulapo: “El
racionalismo imagina una sociedad sin imbéciles; el empirista una a
prueba de imbéciles o, mejor aún, a prueba de racionalistas”.
¿Resentido?: “Los
académicos sólo son útiles cuando tratan de ser inútiles (por
ejemplo, en matemáticas y filosofía), y son peligrosos cuando
intentan ser útiles”.
Cabalístico: “Si un
piloto estrella un avión, n=1 no es anécota; si no lo estrella,
n=100 lo es”.
Catequista: “Erudición
sin sandeces, intelecto sin cobardía, matemáticas sin frikismo,
saber sin academia, inteligencia sin sagacidad, religiosidad sin
intolerancia, elegancia sin blandura, sociabilidad sin dependencia,
placer sin adicción, religión sin tolerancia y, sobre todo, nada
sin jugarse algo”.
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