Se
esfuerza la autora en llevar la literatura a la política, con la
idea de desvelar y construir, en ese afán emancipador que la
lectura, y la escritura, debería tener, según una corriente más
política que literaria, que parecía caída en desuso, con el
resultado habitual, para el lector, de pasar páginas llenas de
tópicos que aburren y hacen flojear la lectura, cuando, de pronto,
esta se ilumina con unos versos de oro puro (JRJ) intercalados como pausa en
el renqueante discurso del escritor como predicador.
Mientras trabajo en el anillo de oro puro me abrazas en la sangre de mi dedo, que luego sigue, en gozo, contigo, por toda mi carne. ¡Que bienestar! ¡Cómo mis fuertes venas de ti van, dulces embriagándose, cual de una miel celeste que tuviera la luz en los eternos cálices Mi corazón entero pasa, río Vehemente y noble, bajo el suave anillo que, por contenerlo, en círculos infinitos de amor se abre
No
es necesario mucho más para comprender qué es el arte, ese misterio
no descifrado (todavía) que nos arrebata un instante y nos aparta
del pundonor, de la marcha, de la rutina prolongada. Somos naturaleza
imperfecta, estamos hechos de los remiendos que la evolución ha
preservado, comprendemos con dificultad el contexto en que nos
movemos, la materia de la que estamos hechos. Pero un rayo de luz de
tanto en tanto ilumina una zona ciega, el mundo más allá del mundo
que conocemos, y en nuestro interior se produce una vibración, un
reconocimiento, un escalofrío de la verdad que ignoramos u ocultamos
deliberadamente. Eso es el arte. No sé si la emancipación tiene que
ver con el arte, qué motores actúan en ese proceso, el arte es
iluminación, muchas veces estática y otras, pocas, combustible para
la acción.
La
idea de que la vida que llevamos no es verdadera, que la realidad
está hipertrofiada, dislocada, desquiciada por el poder, que debajo
de las formas -culturales- una fuerza no visible nos dirige es una
idea imaginativa, propia de quien se dedica a la ficción, atractiva
para el lector acostumbrado a los cuentos imaginativos o fantásticos.
Quien la promueve no acepta la imperfección de la naturaleza humana,
los remiendos de que estamos hechos, que la nuestra es una historia
de éxito, la de una especie que ha tomado el destino en sus manos.
Sólo
cuando la autora de No tan incendiario se pone a comentar
textos, a citar fragmentos de poemas, o novelas, entra dentro del
territorio de la literatura o del arte, que tiene por oficio, y
conmueve al lector sorprendido por la vibración que desata la
poesía. Lo que significa que si es arte, es inaprensible,
indomesticable.
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