El
sol alargaba las sombras hacia el este
las
casas de campo
se
extendían de forma inverosímil
en
la cima de los cerros
los
blancos molinos
eran
fantasmas muertos
los
árboles junto al río
sólo
conservaban en la copa
un
resto de hojas amarillas
se
erguían extrañamente estáticos
como
avergonzados de su desnudez
no
había pájaros
quizá
una mancha negra
en
mitad de un campo arado
fuese
un cuervo indiferente
el
paisaje que la luz doraba
parecía
abandonado
como
si sufriese una maldición
el
tren recorría la llanura
yo
miraba a través de la ventana
el
mundo estaba a un clic
de perder su último huésped
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