¿Por qué Noche Polar es la peor temporada de la en sus inicios prometedora True Detective?
No es porque los actores, las actrices en particular, pues de personajes femeninos va esta serie, pongan caras interesantes, meditativas, introvertidas, cuando tratan de asuntos aparentemente relevantes, trascendentes, por decirlo en una palabra casi olvidada -¿por qué el personaje de Jodie Foster está permanentemente irritado; por qué Kali Reis tiene una única expresión? En el primer capítulo parece que nos vayan a contar una historia que nos va a hacer pensar: como si el mundo no fuese lo que aparenta sino algo más más allá de nuestra comprensión. No es porque al guion no hay quien lo coja: se trataba de que la cosa durase -seis capítulos- y había que rellenar como fuese. No es porque cada frase dicha sea un anacoluto interrumpido por una expresión soez: qué necesidad de poner un taco en cada frase. No es porque la trama sea tan simple como ridícula: no pasaría como redacción escolar. Ni porque las escenas de sexo sean tan innecesarias como deserotizadas: ya que te pones dale algo al espectador. No es porque la creadora, como ahora se dice, la mejicana Issa López, haya bajado al arroyo de los desechos de esta época y haya recogido todos los tópicos: la diversidad sexual y afectiva; un mundo de mujeres sin hombres o, en todo caso, hombres demediados - llegará el momento en que alguien mirando hacia atrás, incrédulo, se pregunte ¿hubo una vez un mundo con hombres?; el neoliberalismo que explota contamina y mata; el saber ancestral de los pueblos; los malditos científicos -hombres- envueltos en ensueños tecnobiológicos que reciben su merecido; los buenos nuevos sentimientos frente a los tradicionales y caducos afectos familiares.
No no es por eso, y por muchas cosas más, por lo que esta nueva versión de True Detective es tan mala, es porque es aburrida, muy aburrida. Puedes contar lo que quieras, lo más inverosímil, lo más tronado, lo más truculento, puedes incluso insultar la inteligencia del espectador pero hazlo divirtiéndole, que se relaje, que se ría un poco de su fachenda. Si he aguantado hasta el final, abriendo la boca sin cesar y mirando la hora en el móvil cada dos por tres, es por mi fidelidad a Matthew McConaughey y Woody Harrelson - vaya por Dios, hombres-, a sus personajes, en realidad, los inolvidables protas de la primera temporada y única verdadera de True Detective. A sabiendas de que haya columnistas que piensen y opinen justo lo contrario de lo que pienso y opino yo.
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