El último día se reserva para ver la gran masa helada o Campo de hielo Sur, la tercera masa helada de la tierra. Igual que anoche para la cena, una gran cola de montañeros esperaba para entrar en el salón del desayuno. Como se puede imaginar, con tanta gente que atender, todo es basto en el alimento que se ofrece, pero suficiente para calmar el hambre que uno acumula con el esfuerzo. El campamento es grande con edificios de madera y dormitorios privados - con literas, eso sí - en su interior y un enorme campo de tiendas desplegadas en un valle sacudido por el viento. Todo está ocupado, reservado con antelación. Aparte del salón comedor hay un gran bar en el primer piso y otro más pequeño en otra zona. También una cocina para quien quiera hacer su propia comida y baños suficientes para atender al gentío. Los muchos campamentos alrededor de las Torres del Paine son un gran negocio, los precios desorbitados y la clientela, al menos en esta parte del año, sobrepasa la oferta.
Nuestros jóvenes guías se lo toman todo con una calma que desarma o irrita: se levantan tarde, preparan su mate que van cebando a lo largo del día con parsimonia, se preparan su propio desayuno en el salón de la cocina y si protestas te sueltan aquello de no vengas con prisa a la Patagonia. Así que este es un día curioso, porque si estás en la Patagonia tienes que tomártelo con calma, pero al mismo tiempo hay que andar con tiempo para coger el catamarán para salir del parque.
Nuestro objetivo es el valle y el glaciar del Grey. Lo primero que vemos son los iceberg desprendidos y aislados flotando en el lago del mismo nombre, brillantemente azules. Luego irán apareciendo, a la izquierda, una de las entradas a la masa de hielo sur, después el glaciar Zapata y en el centro el glaciar Grey. Impresiona su longitud y extensión: 6 kilómetros de ancho y más de 30 metros de altura, dividido en dos frentes, con una superficie de 270 km² y una longitud de 28 km, aunque está en retroceso. La tonalidad general es la azul, pero algunas partes son grises, de ahí su nombre, debido a la abrasión por el arrastre de rocas. A la derecha se impone el Paine Grande, cuyo pico más alto llega a los 3.050 metros con dos puntas, a la izquierda el Ostrava y a la derecha el Bariloche.
Cuando alcanzamos el mirador, la vista es impresionante, mucho más que la del Perito Moreno. El viento es helador, pero no nos importa, permanecemos acurrucados contemplando la maravilla de la naturaleza. Podíamos haber seguido hasta el siguiente mirador, pero teníamos en mente la llegada a tiempo para coger el catamarán. Nos esperaba una sorpresa.
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