jueves, 8 de febrero de 2024

12. Torres del Paine (base) I


Torres del Paine

Madrugamos en Puerto Natales para ir a la estación y coger un bus de línea que nos lleve al Parque Nacional de las Torres del Paine. A través de la ventana no despegamos los ojos del paisaje cada vez más próximo de las Torres que ayer en la lejanía también divisábamos. Iniciamos un viaje dentro del viaje en el que hemos puesto, quizá, demasiadas expectativas. Es evidente la excitación, desde el principio pensar en Chile era pensar en las Torres del Paine. Cuatro días, que a la postre serán cinco, de trekking alrededor del macizo en rutas que forman una w, con unos 70 km de recorrido. Llevamos todo lo necesario en una pequeña mochila, buenas botas y bastones. El recorrido se puede hacer de dos modos, en forma de w, 4 o 5 días, o de forma circular, lo que requiere entre 8 y 10.




El bus de línea nos deja en una pequeña estación donde otros buses esperan a la marea humana, la mayoría jóvenes que tienen la intención de hacer lo mismo que nosotros, para llevarnos a la oficina de recepción del parque. 



Entonces comenzará la marcha más dura, la del primer día, primero hasta el campamento base del parque, o chileno, y después, tras un descanso, hasta las mismas Torres del Paine. La marcha exige buenas piernas y entrenamiento. Hay largos tramos de altos escalones con grandes piedras, a menudo sorteando regueros de agua. La llegada al mirador ante el lago en el que se reflejan las torres graníticas se convierte en la recompensa. Por fin, esperando encontrar un hueco entre el gentío que ha subido hasta arriba, podemos reflejar el contento en las fotos.



Distintos exploradores dieron nombre a este paraje y a cada una de las torres, la del Norte, la del Sur y la Central - la más alta con 2850 m-, pero hoy todo el mundo las conoce por el nombre que le dieron los primitivos habitantes de esta zona, los aoinikenk, para quienes eran las 'Torres azules' o Paine (pronúnciese tal cual, no hay ningún 'english' detrás del nombre). Aunque no pillamos los tonos anaranjados del atardecer que aparecen en las postales promocionales del parque - no podemos esperar porque los turistas son desalojados a las 4-, el espectáculo de las torres, la parte del glaciar visible, los deslizamientos del agua a través del granito y el lago esmeralda a sus pies bien merece el esfuerzo. Ahí siguen impertérritos los pilares de origen magmático, formados hace 12 millones de años.



El alojamiento en las tiendas, para dos personas, elevadas sobre plataformas metálicas y suelo de madera, es cómodo. La cena, el picnic y el desayuno aceptables, aunque muy caros, solo para extranjeros -jóvenes universitarios norteamericanos recién egresados en su mayoría- y para chilenos ricos, también algunos brasileños.



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