miércoles, 24 de enero de 2024

La taberna de Silos

 



El principal defecto que arruina esta novela es transponer filias y fobias del tiempo presente, empezando por un anticlericalismo ramplón, a una época que solo podemos conocer apartando las brumas de la historia. Y es lástima porque el escenario era prometedor, el autor parece conocerlo en detalle, así como el contexto cultural, el léxico, las maneras de los monjes de un monasterio del siglo XIII. Pero solo eso, porque lo demás el carácter de los monjes, el de los hombres y mujeres seculares de la época, está descrito a brochazos, sin la finura del escritor que sabe dar cuerpo y volumen a los personajes. Hay un montón de muertes y todas ellas truculentas sin un hilo que las vaya explicando, sin un relato verosímil que las ordene. Casi todos los personajes son monjes y en consecuencia, según la mente del autor de la novela, casi todos indignos. Si salva al protagonista, monje él mismo, es por su querencia al vino y destemplanza con las mujeres. Todo es truculento, las muertes, el sexo, las borracheras. Se recrea en el sexo brutal, el abad con el ecónomo, el abuso de un novicio por un monje, en el aquí te pillo aquí te follo del monje protagonista -Gonzalo de Berceo- con una joven con la que se amista, que luego resulta que es lesbiana; la violencia sin medida, las muertes a trompazos, hasta el punto que todo aparece como inverosímil. El vino es un elemento central de la novela, los personajes, los frailes benedictinos del monasterio de Silos, la mayoría, lo persiguen con ansia como si en él se escondiese el espíritu de la vida.


Hay apuntes que podrían haber hecho de la novela un artefacto interesante. Gonzalo de Berceo, el poeta, como protagonista, que acarrea desde las tierras del río Oja, donde saben hacer buen vino con la uva tempranilla, cubas y la promesa al abad del regalo de 30 cepas de tempranilla para que en las tierras del Duero se obre parecido milagro a las del Ebro; la vida interior de un monasterio del siglo XIII; el lenguaje de la época, la descripción de los oficios de los monjes, notablemente el de copistas y escultores, la lucha de poder entre el papado y el obispo del lugar, entre abad y prior, pero el sectarismo del auto arruina sus posibilidades, hasta con calzas mete a un monje Aznaro con secuaces que practica una violencia sin sentido. La novela está mal armada. Las novelas de este tipo si son de la variante policíaca han de construirse bajo mecanismo de relojería y si son de la social han de explicitar causas y circunstancias de la opresión. No funciona bajo ninguno de los dos modelos.

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