A veces es el oído
Las cotorras desperezándose
Que el sol tiña de naranja el horizonte marino
Todo ojos
Como chicles bajo el tablero
Los dedos como pajarillos sordos
Árboles de luz con los brazos tendidos
Apretados hacia la estación central
Tan sin espacio propio que el plectro deja de tañer en el oído
Tenía el poema, tenía la voz...
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