jueves, 25 de enero de 2024

El viaje, la mejor metáfora de la vida

 


De camino a la estación, en el bus, me da el sol en la cara, cierro los ojos y disfruto de este placer por inesperado. La ciudad sombría, como no podía ser de otro modo, me recibió con niebla húmeda, que ha mantenido durante dos días. El bus, que es el tiempo que me lleva, va más rápido de lo que a mí me gustaría. Las calles están casi vacías y al fondo tan solo el sol de frente, antes de caer en el horizonte, baña mi cara y yo dejo que me acaricie. Unos pocos suben y otros bajan. No sé quién son, no me interesa adónde van, si pudiese este instante de luz... Cuando llego a la estación y me pongo a escribir, interrumpe mi encantamiento una encuestadora que me pregunta por qué y a dónde viajo. El instante mágico desaparece.


Hubo un tiempo en que quise dar cuenta de todo lo que me ocurría en distintos blogs anuales cuando mi vida era más intensa. Allí reflejé los desórdenes emocionales, las desdichas y los pocos gozos que se van olvidando pero que yo quería retener. Por ahí andan colgados en la nube y ahora ni yo mismo sé su dirección. No me preocupa demasiado. Escribir para mí, aparte del placer que supone, es una gimnasia mental que practico a diario, en paralelo a la gimnasia corporal, básicamente la bici. Llevo mal las interrupciones, como la del atropello reciente o cuando la mente se ofusca y se queda a oscuras. La vida por supuesto consiste en vivirla, pero se me hace aburrida si no forma parte de una narración.


Ahora dedico este blog a la vida opinada, cómo se refleja en mis ojos y oídos. Libros películas ideas encuentros, no de política, tan sucia, tan sin esperanza, retenida en el cajón de Pandora, ya no. Soy un recipiente que devuelve lo que capta con mi particular perspectiva. Querría contarlo todo, todo lo externo que en mí se refleja, pero es imposible, a todo no llego. Por ejemplo, estos días me hubiese gustado despotricar de un libro y de una película, y alabar sin tasa otra. La película es Blue Jean, en Filmin, una película británica sobre la dignidad del lesbianismo. Se me hizo tan insoportable que no fui más allá de la media hora. Por qué. La interpretación, la dirección, el decorado, el ritmo, la música todo conspiraba para que me repeliese. Me hacía sentir incómodo, como un intruso que no ha sido invitado. El libro es La risa caníbal de Andrés Barba. Es un libro construido a pedazos bajo el sustento de una beca. Hace capítulos sobre las diferentes formas del humor. Casi todo lo que dice es banal, obvio, con algo de luz cuando escribe sobre la risa cínica, desde Diógenes a lo punk pasando por Falstaff y el marqués de Sade. No es que sea extraordinario, pero contiene algunas citas de interés. Lo que resulta indigerible son las opiniones que emite sobre la risa religiosa, poniendo en una balanza la libertad de expresión de los caricaturistas de Charlie Hebdo y la respuesta islamista en forma de terrorismo. La película sobre la que no tengo elogios suficientes es Il sol dell'avvenire de Nanni Moretti, también en Filmin, o cómo hacer una película sobre cómo hacer una película. El propio Nani Moretti transfigurado en Giovanni es el protagonista y director. En la estela de Fellini, Moretti combina los hallazgos visuales con una interpretación coral, llena de humor y de vida. Se ve sin que la sonrisa desaparezca de los labios.


Ya en el andén a mi espalda el último fogonazo de luz del declinante sol y de frente, en el este, la luna más hermosa llena redonda y blanca tomando impulso, rebotando sobre la cima de un monte, subiendo.


No hay comentarios: