Durante años he pensado que la película sobre el matemático John Nash era la que habían hecho Matt Damon y Ben Affleck. Leyendo la biografía de von Neumann me apeteció ver otra vez la película. Y cuál fue mi sorpresa al comprobar que esa no era la película sino la que había hecho Russell Crowe. Las dos tienen títulos diferentes, el biopic sobre John Nash, Una mente maravillosa, y la de Damon y Affleck, El indomable Will Hunting. ¿Cómo pude confundirlas?
No había visto Una mente maravillosa; ha sido una total decepción. No aparecen los logros matemáticos de John Nash, un desarrollo de la teoría de juegos -conocido como el equilibrio de Nash: existe al menos un equilibrio de Nash en todo juego no cooperativo, es decir, en el que los jugadores no pueden comunicarse ni hacer acuerdos entre ellos- que ha tenido múltiples aplicaciones.
En el Princeton de comienzos de los 50, Nash coincidió con las mentes más brillantes. Por ejemplo, David Gale envió a varios matemáticos esta pregunta: ¿Es posible encontrar un conjunto estable de matrimonios para cualquier patrón de preferencias? La respuesta que envió Lloyd Shapley a vuelta de correo se parece mucho al equilibrio de Nash:
Que cada chico proponga matrimonio a su mejor chica. Que cada chica con varias propuestas rechace todas excepto su favorita, pero posponga la aceptación hasta estar segura de que no habrá ninguna mejor. Los chicos rechazados se declaran a su siguiente mejor opción, y así sucesivamente, hasta que no haya chicas con más de un pretendiente. Todos se casan. El resultado es estable, ya que las relaciones extramatrimoniales previamente rechazadas no gustarán a las chicas, mientras que las restantes serán rechazadas por los chicos.
La solución de Shapley se aplicó en múltiples campos, por ejemplo para emparejar a los solicitantes de universidades. A Shapley le valió para recibir el Nobel en 2012. Shapley es el alterego de Nash en la película, con quien mantuvo una fuerte relación emocional a lo largo de toda su vida, como con otros hombres.
La película se centra en su esquizofrenia, un seguido de alucinaciones y delirios, que es un tema importante, pero el mayor atractivo del matemático está en sus hallazgos. Podían haber explicando las dos cosas, la enfermedad y sus hallazgos, pero estos, en la película, aparecen como algo secundario, aunque al final, en la última secuencia, lo glorifican mostrando a John Nash en Estocolmo recibiendo el Nobel en 1994. Idealiza a un hombre cuyos problemas no derivaban únicamente de su esquizofrenia. Hay otros aspectos importantes de su personalidad que incomprensiblemente no toca, su homosexualidad o el mal talante que gastaba. De la primera únicamente aparece una escena en la que mantiene fija la mirada en un hombre, justo antes de decidir casarse. La segunda cuestión ni se menciona. Nash maltrató a su amante, incluso le pidió que entregase a su hijo en adopción. Alardeaba de tener una inteligencia superior y despreciaba a sus compañeros judíos.
Solo en raras ocasiones la industria del cine y de la televisión piensa que delante tiene a personas inteligentes.
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