domingo, 17 de diciembre de 2023

Mi marido, de Rumena Bužarovska

 



Todas las historias de Rumena Bužarovska llevan incorporada la ironía si no el sarcasmo hacia sus personajes y en primer lugar hacia la narradora, especialmente en la última historia, El 8 de marzo, que sucede, como en casi en todo el resto de los once relatos que agrupa este libro, Mi marido, en Skopje, capital de Macedonia. Azuzada por su 'mentora' la narradora asiste a una fiesta en un restaurante, donde come unos hígados que le pasarán factura al final del relato, con la necesidad de encontrar un amante. Lo encuentra en un profesor al que recuerda de sus años de estudiante. El quid de este cuento reside en el contraste en la descripción nada amable del profesor, Toni, un peludo neandertal, y la ardiente e inducida necesidad de echar un polvo de la narradora. Ambos están casados y ambos parecen necesitados de experimentar ser deliberadamente infieles por primera vez, al menos ella. Coqueteando en la mesa del restaurante, aproximándose en el interior del coche, besuqueándose y poniendo en danza las manos, en lo alto del monte Vodno, cuya cruz domina la ciudad, sobreactúan, por decirlo así, inflaman artificialmente sus emociones ("Lo hice adrede. Quería demostrarle que me había puesto sentimental y que era muy lista"), y, en consecuencia, el artificio, entre el ansia erótica y el malestar y repugnancia corporal, acabará en una escena final descacharrante.


1. Gencho es la historia de una crueldad familiar entre macedonios. Gencho, el padre, Neno, el hijo, y la madre narradora. Neno roba pequeños juguetes a sus amigos. El padre se enfada le pega o le encierra en una habitación y atribuye su comportamiento y forma de ser a la herencia genética del abuelo materno, que robaba, fue encarcelado y murió en un incendio: "Neno... seguía teniendo la misma mirada, el cuerpo le colgaba como un títere sin alma". También atribuye defectos a distintas nacionalidades. El tema que recorre el relato es la sumisión de la mujer, la narradora, ante la violencia del marido.


Cuando nace el hermano, Bozo, Gencho se vuelca afectivamente sobre él, descuidando a Neno. Neno encierra a un compañero en el cuarto de servicio de la escuela. Neno asume los supuestos caracteres heredados que le atribuyen sus padres. La historia sufre un giro cuando aparece Vaska, la hermana de Gencho, tras la muerte de la madre, con la herencia de por medio. Vaska es egoísta y quiere llevarse la mayor parte de la herencia diciéndole a su hermano que es un hijo adoptado. Gencho sufre un infarto cerebral.


2. En Néctar, el marido es ginecólogo, especialista en coños como dice la narradora, su esposa, pero la medalla que se cuelga ante sus amigos médicos es que ante todo es un artista. Pinta cuadros, más bien los embadurna porque a las pinceladas fallidas superpone muchas otras para repararlas. La narradora cuenta como la sedujo, en una exploración médica, tocándola sutilmente el clítoris. La venganza de la esposa narradora consiste en hacerle leer un poema que ella ha escrito en el que cuenta el deseo por alguien que no es el que tiene a su lado en la cama y lee.


3. En El nido vacío, la narradora es una pintora que se tiene en alta estima. El cuento es un prodigio de distancia entre la narradora y la protagonista que es la misma. Está dividido en tres partes, en la primera la madre narradora supervisa los dibujos de sus dos hijos en primaria para hacer que tengan buenas notas. Tiene una pelea con la maestra porque a su hija le ha puesto un notable cuando ella cree que debía ser excelente: la maestra le dice que en realidad el notable se lo pone a ella, la madre, y no a la hija. Cuando los hijos crecen y se van de casa -el nido vacío- dirige en primer lugar su afán artístico hacia el jardín, y de ahí, como un Monet, hacia la pintura de flores y plantas. En la tercera parte entra en juego una sobrina artista que se aloja en su casa. Es amable pero distante. En una fiesta, delante de los invitados, el marido, se burla de la esposa diciendo que va a organizar una exposición humanitaria con sus pinturas. Todos, los tres, son alcohólicos. En una conversación final que ella espía, entre el marido y la sobrina, con una complicidad que desvela muchas cosas, oye cómo hablan sobre la mala calidad de su pintura. Así acaba el cuento.


4. En Un hombre de rutina, la narradora se debate entre su marido, embajador, y Manol, actor. Al primero no le gustan los cambios a pesar de que por su profesión tiene que cambiar frecuentemente de país y casa. Ahora están en Macedonia. En cambio Manol cambia frecuentemente. Por ejemplo, de amante: lo tiene fácil con las actrices jóvenes. La narradora las separa de él a bofetadas.


5. En Papa, la narradora tan pronto como da a luz a un niño, Luka, se distancia de él, mientras que su marido se encariña. El niño lacta con voracidad del pecho de la narradora y en cuanto puede andar se echa a correr por el piso al mismo tiempo que la narradora sufre crecientes dolores de cabeza. La situación se hace tan insoportable que la vecina de abajo sube, después de un año de padecimiento, a quejarse de las carreras por el piso de Luka. El cuento acaba con bofetadas de la narradora a Luka hasta hacerle sangrar delante de la vecina.


6. En Sábado, 5 de la tarde, la narradora habla de su marido como de un auténtico caballero. Todas las virtudes convencionales de un hombre burgués. La gente en el paseo admira el armonía de la pareja. Cuando el marido, Petar, se hace consciente de que se llevan quince años de diferencia y, en consecuencia, él ya no da más de sí, la lleva a casa de un amigo, Stoyan, que pudo haber sido su marido pero que no lo fue, y la deja durante una hora con él mientras él sale solo al paseo. Todos los sábados repetirán a la misma hora.


7. Lili es el cuento más triste. A la narradora le nace una hija cejijunta, Lili. En el cuento hay cuatro personajes: el marido, Yovan, que no puede ver a la madre de la narradora porque está vieja y enferma y huele mal, tampoco permite que la narradora vaya a visitarla con la niña; Lili, que crece torpe y lentamente; la narradora, que, a pesar de todo, va a visitar a su madre en un día aciago: en el tren un frenazo hace que la niña se dé un golpe en la cabeza, lo que que oculta a su marido, hecho que al final le ocasionará la muerte; y, Cristina, su amiga, que sabe lo ocurrido y le insta a que se lo cuente al marido, pero la narradora no lo hace. El marido, que quería mucho a Lili, se avejenta de golpe y cambia de carácter, de poderoso y dominante a débil y enfermizo. Una mañana, cuando la narradora se despierta, Yovan está a su lado, desprendiendo el mismo color a vejez que el que desprendía su madre.


Todas las historias de Rumena Bužarovska tienen que ver con maridos infieles, egoístas, charlatanes, tacaños, tiránicos y distantes y, en general representados como machistas, en justa correspondencia a cómo ellas son tratadas como locas, inútiles, malas madres e intelectualmente inferiores. En todo caso, adopta el punto de vista de las mujeres ante la vida conyugal, sin ser benévola con ellas.



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