La tarde cae a lo lejos al oeste de Madrid
Sobre mi cabeza nubes nuevas llenas como si esperasen mi partida
A un lado molinos bermellones al otro blancos
Al frente las luces del polígono ya encendidas
Nadie más que yo en el altozano
Me abraza el frío, la humedad del pensamiento
Del abrazo que no se producirá
Es una tarde gris sin ruido
Podría desaparecer y al mundo le resultaría indiferente
Escribo con mis labios por si el leve sonido llega lejos
Hasta un alma más solitaria que la mía
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