martes, 7 de noviembre de 2023

Spinoza y el conocimiento como consuelo

 



Tras la destrucción del templo, en el año 70, la Diáspora se convirtió en una emigración en masa por todo el Mediterráneo llegando hasta la distante España. Perseguidos y diezmados, sin poder poseer tierras o montar industrias asociadas a los gremios medievales, encerrados en guetos, asediados en pogromos porque cada vez eran la cabeza de turco ante una catástrofe económica o sanitaria, los judíos sobrevivieron gracias al comercio y al préstamo, construyendo las ciudades que conocemos. La diáspora tomó dos direcciones, la del Danubio y el Rin hacia Polonia y Rusia y la de la península Ibérica tras la conquista de los moros en el 711. Los judíos prosperaron en España hasta que en 1492 los moros fueron expulsados, entonces a los judíos se les dio la alternativa de bautizarse o exiliarse con sus bienes confiscados. Los que decidieron huir vivieron una odisea en las costas italianas, en el norte de África, en los puertos de la Atlántico. ¿Cuánto de la decadencia de España se debe a la expulsión de los judíos?


Fue así como la familia de judíos con apellido Espinosa llegó a Holanda. El padre de Baruch Spinoza era un acaudalado comerciante pero el hijo prefería pasar el tiempo en la sinagoga aprendiendo los misterios de la religión a través del Talmud y la historia del pueblo judío en los comentarios de Maimónides e Ibn Gabirol. En La guía de perplejos del primero encontró más preguntas que respuestas -la duda como estímulo de la inteligencia-, y en el segundo le sorprendió la idea de que Dios y el universo eran lo mismo. En la duda religiosa sin duda influyó un fracaso amoroso. Se apuntó a una escuela para aprender latín, donde conoció a la hija del profesor, un hecho que sucede a menudo. También suele ocurrir que la chica te dé calabazas ante otro con más posibilidades. Espinosa se dedicó al estudio con más intensidad, de la duda religiosa pasó al estudio de los filósofos clásicos a través del latín: los tres grandes atenienses, los atomistas y los estoicos. Tomó el modo geométrico de exposición de la escolástica: axioma, definición, proposición, prueba, escolio y corolario. De estudiar a los teólogos judíos y el Talmud pasó a la filosofía.


Entre los filósofos contemporáneos, dos por encima de todos le influyeron. La idea de Giordano Bruno de que espíritu y materia son la misma cosa. Según los que le enviaron a la hoguera Bruno fue demasiado lejos: que Dios y la realidad eran la misma cosa; toda partícula de la realidad se compone inseparablemente de lo físico y de lo psíquico. El filósofo busca la síntesis donde convergen los opuestos y las contradicciones, "elevarse hasta el conocimiento supremo de la unidad universal, que es el equivalente intelecctual del amor de Dios.


Con ser el que más le influyó, a Spinoza no le interesó la epistemología de Descartes, la idea de que se conoce el 'mundo externo' a través de la impresión que el mundo opera sobre el alma por la sensación y la percepción y que por tanto la filosofía ha de empezar por el estudio del alma y el yo individual (pienso, luego existo); lo que le atraía del pensamiento cartesiano era la noción de la sustancia homogénea que subyace en todas las formas de materia, así como la otra sustancia homogénea que está en la base de todas las formas del espíritu. Le atraía esa separación porque él pensaba en la unificación. También que el mundo podía ser explicado por leyes mecánicas y matemáticas. "Todo el mundo, y cada cuerpo, es una máquina; pero fuera del mundo está Dios y dentro del cuerpo está el alma espiritual".


Spinoza fue expulsado de la sinagoga por decir que Dios podía tener un cuerpo y que los ángeles podían no ser sino alucinaciones. Al ser apartado de su pueblo y de la sinagoga Spinoza se quedaba solo. Solo porque no pertenecía a la comunidad cristiano protestante holandesa, solo porque ya no pertenecía a la patria portátil del judaísmo, por ser fiel a sí mismo. Al desarraigar de su mente los contenidos adquiridos en su comunidad, sin abrazar otra ortodoxia, converso por ejemplo, implicaba lo más terrible que uno pueda soportar en vida, la soledad. Espinosa no se adhirió a ninguna otra secta y vivió su vida en solitario. Su padre no quiso saber nada más de él, su hermana le escamoteo su pequeña herencia, sus antiguos amigos lo evitaron. Más, un judío piadoso, una noche, mientras paseaba, lo atacó con una daga. Escapó con una herida en el cuello y se refugió en un ático a las afueras de Ámsterdam en casa de unos menonitas y más tarde en Leyden con el mismo huésped, cuya casa aún se conserva. Desde entonces, se ganó la vida primero enseñando a los niños en la escuela de su profesor de latín y luego puliendo lentes. Era costubre entre los judíos que todo estudiante aprendiera algún arte manual, no solo porque el estudio y la enseñanza no dan de comer, sino porque el trabajo vuelve virtuoso al hombre, mientras que “todo hombre erudito que no aprende un oficio acabará al final en bribón".


La Ética demostrada según el orden geométrico, concluida en 1665, solo fue publicada después de su muerte en 1677. Un coetáneo, Adrián Koerbagh, que defendía más o menos las ideas que Spinoza fue condenado a 10 años de prisión por imprimirlas. En vida publicó un par de libros preparatorios para su gran tratado. Se escribieron innumerables volúmenes para refutarlos. En uno de ellos se llamaba a Spinoza "el ateo más impío que jamás ha vivido sobre la faz de la tierra". Murió de tuberculosis con 44 años.

(Resumen del capítulo dedicado a Spinoza en La Historia de la Filosofía (1926), de Will Durant)



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