miércoles, 8 de noviembre de 2023

Déficit de comprensión

 



Ayer se filmó en las calles de París a una mujer adulta arrancando carteles que pedían la liberación de los rehenes secuestrados el 7 de octubre pasado por Hamás. Se ha sabido posteriormente que esa mujer, además de profesora universitaria, es consejera del Ministerio de Asuntos Exteriores francés. A menudo se enfrenta a la razón con los sentimientos para explicar el déficit de comprensión de la realidad, su distorsión. Nos dejaríamos llevar por las emociones y los sentimientos antes que por un análisis reflexivo y objetivo de lo que sucede, pero ¿es así? No existe una razón analítica separada de las emociones.


Somos seres morales y sentimentales. El amor y la amistad nos incardinan socialmente: son lo que da sentido a nuestras vidas. Una parte instintiva de nosotros sabe distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Otra parte de nuestra conducta está sometida al adiestramiento de las emociones y al aprendizaje de códigos morales. Aun así nuestros sentimientos y nuestro sentido de la moral pueden distorsionar nuestra comprensión de la realidad. El amor patológico, la amistad interesada, códigos morales impuestos: hasta donde llegue su esfera de influencia puede distorsionar nuestro mundo. Pero aún siendo dañinos, nuestra mente puede borrarlos o puentearlos, reconstituirse; hay algo más dañino y duradero, de difícil reparación, la credulidad.


En esta época de cambio acelerado mucha gente necesita asirse a un credo. Ya no la fe de nuestros padres, que organizaba su cosmovisión y comportamiento en torno a la certeza de la continuidad del mundo y el premio final del paraíso, sino otro tipo de fe más terrenal que sustituye al antiguo Dios abarcador por diosecillos impotentes pero exigentes. Como en las antiguas creencias, las nuevas fes tienen su momento de afirmación y sus antagonistas; siempre el dualismo distorsionador.


Ayer en un chat de amigos en el que compartimos experiencias de viajes pero donde no se habla de política, alguien colocó esto:




A nuestra amiga no le parecía que hubiese otra 'visión' de las cosas, un manifiesto alternativo, porque su mundo es el mundo y por tanto cualquiera que no lo comparta está fuera del mundo; ese otro es por tanto invisible y llegado el caso rechazable. Personas amables compasivas, que se dicen empáticas, con buena vista para lo que acontece fuera de la esfera de su credulidad son literalmente ciegas y sordas a lo que acontece dentro de esa esfera porque lo que ven u oyen son las abstracciones que genera su mente crédula.


La credulidad se enraíza en nuestro cerebro como un hongo. La mente colonizada está esclavizada por la credulidad, incapaz de liberarse. La credulidad intempestiva puede derivar hacia el fanatismo. Los antiguos misioneros de la fe son ahora sus activistas.



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