miércoles, 29 de noviembre de 2023

El templo (Sanctuary)

 


Alerta Jonathan Haidt de que los jóvenes se están retirando del mundo real, de su falta de socialización. Refugiados en los dispositivos digitales no hacen vida social o menos que antes. Al mismo tiempo los demógrafos constatan la caída de la natalidad. Y, en España, por primera vez, nacen más niños de madres solas que de parejas. Aunque desde otro punto de vista, esta película americana, El templo (Sanctuary), sigue en la línea de desorientación creciente de los jóvenes que acaban la juventud sin estar listos para entrar en la edad adulta, como comentaba a propósito de la española Una vida no tan simple.


Delante de la cámara sólo hay dos actores para representar una serie de escenas en las que juegan a dominio y sumisión. Una mujer es contratada para que haga de dominatrix por un joven cuyo padre acaba de morir y que está a punto de ascender a la cumbre de la empresa familiar. El guion es teatral y reúne a los actores en un espacio prácticamente único, una suite de hotel. En sucesivas escenas se pone en juego la tensión entre el hombre y la mujer, entre la dominadora y el dominado, con la intención de que el hombre se haga hombre, saliendo de un sentimiento de inferioridad en el que su padre lo postró. Necesita ser entrenado para mandar. Hay giros argumentales, por momentos es difícil saber cuando termina el juego, y el contrato, y cuándo vuelven a la vida real, haciendo indistintas la ficción y la realidad. ¿Está la mujer instruyéndolo o dominándolo? ¿El juego sexual de la dominatrix forma parte del contrato o es una táctica para someterlo? ¿Estamos viendo un caso particular de juego sexual o una metáfora del ascenso social de la mujer, del dominio de la mujer sobre el hombre, del retiro del hombre hacia la indigencia emocional?


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