martes, 10 de octubre de 2023

Pérgamo

 


En el 323 ac, tras la muerte de Alejandro, el imperio quedó totalmente fragmentado. Sus generales se repartieron la herencia, una parte del territorio conquistado para cada uno, que, a si vez, dejaron a sus sucesores, y un importante botín. Se dice que a Seleuco le correspondió la mayor parte del tesoro, cincuenta mil talentos; a Lisímaco de Tracia le tocaron diez mil, que era una suma considerable. Un talento era una unidad de peso de oro de entre 20 y 40 ㎏ según la región. Esa suma junto con otras joyas las guardo en la Acrópolis de Pérgamo al cuidado del gobernador Filetero. Los generales no se conformaron con el reparto y lucharon entre sí para aquilatar tesoro y territorio. Es lo que hicieron Lisímaco y Seleuco I. Lisímaco perdió la vida en la pelea y poco después Seleuco fue asesinado, en el 280 ac. Filetero se vio con fuerza para declarar la independencia de Pérgamo. Pérgamo y sus localidades de influencia dejaron de formar parte del reino seléucida. 



Con el tesoro de Lisímaco Filetero embelleció la Acrópolis. Sus sucesores, los atálidas, la hicieron rica y poderosa hasta convertirla en rival de Efeso y Esmirna en arte y ciencia. En Pérgamo nació el arte de la jardinería; aquí ejerció el médico más famoso de la antigüedad, Galeno; aquí residió, durante trescientos años, la segunda biblioteca del mundo, tras Alejandría, y en muchos aspectos la primera. Llegó a tener 200 000 ejemplares. 



Se cuenta que ante la fama de Pérgamo el director de la biblioteca de Alejandría quiso venir a dirigirla. Lo arrestaron. También prohibieron que llegase el papiro del Nilo. De ese modo Pérgamo se vio obligado a cambiar de técnica y escribir sobre cuero; de ahí deriva el nombre de pergamino. El libro fue industria de exportación y la biblioteca escuela para estudios gramaticales. Sus reyes fueron coleccionistas y bibliófilos. 



Bajo el dominio de Roma, Pérgamo se convirtió en la capital de Asia Menor. Llegó a tener 150.000 mil habitantes. Adriano, en el 123, la favoreció por encima de Éfeso y Esmirna, con un ambicioso programa: templos, un estadio, un teatro, un enorme foro y un anfiteatro. En los límites de la ciudad el santuario de Asclepio, bajo la supervisión de Galeno, pasó a ser un fastuoso balneario, uno de los centros terapéuticos y curativos más famosos del mundo romano.



Pérgamo fue una obra de ingeniería que impresiona por la integración de la ciudad en el paisaje mediante terrazas escalonadas. Hay tres niveles. Desde el llano de la ciudad baja, hoy enterrada bajo la actual ciudad de Bergama, hay un importante desnivel hasta la cima del Acrópolis, 340 m. Abajo, el más antiguo de los santuarios, el del dios egipcio Serapis, el dios del inframundo que para los griegos era Hades y para los romanos Plutón, más tarde convertido en la basílica bizantina o Basílica Roja, cuyos restos vemos.



La ciudad media ha conservado las murallas de Átalo I junto a los gimnasios y el santuario de Deméter, mandado edificar por Filatero. No deja de ser curiosa la cercanía entre ambos santuarios, dedicados a Hades y Deméter: el mito de Perséfone raptada por Hades, el duelo de la madre, Deméter, relacionado con la agricultura, es uno de los mitos más ricos, fuente de la religión popular en el mundo clásico.



En la ciudad alta estaba la acrópolis, ciudadela religiosa, residencial y militar. Durante los siglos III y II ac se alzaron en Pérgamo los monumentos helenísticos, el palacio real, un cuartel y un arsenal; el teatro con un desnivel del 45%; el santuario de Atenea Nikéforos (la que conduce a la victoria) y la biblioteca -la ciudad estaba consagrada a Atenea, como lo estaban las ciudades griegas importantes; y al sur, el gran altar de Zeus, que se encuentra hoy en el museo de Berlín, justo debajo del ágora de Trajano. Pérgamo quería ser la nueva Atenas de Pericles.


Foto de Angel Cardiel


Mar adentro, a la salida del golfo de Adramyttian, uno se topa con la isla de Lesbos, la isla de Safo. En el recinto fúnebre de Pérgamo se exhibía una estatua en homenaje a la poetisa. Yo no la he visto. En la base de la estatua parece que hubo está inscripción a modo de epitafio: 


Οὔνομά μευ Ϲαπφώ· τόϲϲον δ' ὑπερέϲχον ἀοιδὰν

 θηλειᾶν, ἀνδρῶν ὅϲϲον ὁ Μαιονίδαϲ.


¡Mi nombre es Safo! Levanto yo el cetro de la canción 

femenina, como entre los hombres lo levanta el Meónida.




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