sábado, 1 de abril de 2023

Juan Luis Arsuaga y Juan José Millás conversan

 



La vida contada por un sapiens a un neandertal

La muerte contada por un sapiens a un neandertal


No concibo mejor manera de entender la adaptación de las especies a la presión ambiental y el funcionamiento de la selección natural que este diálogo que se han inventado Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga. Cada capítulo, en ambos libros, es una clase práctica del profesor más didáctico. No tenemos presente físicamente a Arsuaga mientras leemos pero con los detalles que nos da Millás parece que lo tuviésemos delante. Además, los ejemplos que pone para explicar los hallazgos los podemos buscar perfectamente en las imágenes que nos proporciona Internet.


Más que un diálogo socrático con preguntas difíciles que esperan la sabiduría del maestro, Millás se inventa a dos personajes con rasgos novelescos, quijotesco el uno, sanchopancesco el otro. Entre bromas, Millás se hace pasar por un neandertal mientras que Arsuaga es el sapiens. Es el propio Arsuaga quien plantea las preguntas que llevan a las respuestas que la evolución ha ido encontrando para la adaptación al medio, a menudo interrumpido por un prejuicio de Millás, el mismo que el lector ha ido atesorando en las lecciones mal aprendidas. Millas pinta el decorado y el estado de ánimo de los actores, mientras Arsuaga va al grano de la cuestión.


Arsuaga plantea interesantes cuestiones. Algunas pillan por sorpresa al lector prejuiciado. Un ejemplo ¿Inventaron las mujeres agricultura en el Neolítico? Según Arsuaga los hombres se dedicaban a la caza mayor y las mujeres gracias al palo de cavar recolectaban geófitos (bulbos, cormas, rizomas y tubérculos). La mujer recolectaba semillas y plantas silvestres y observaba su crecimiento y reproducción, gracias a ello desarrolló técnicas para transformar los alimentos, como la molienda del grano o la elaboración de pan.


En esta introducción a la ciencia de la vida, es significativa la visita que ambos hacen, en el cementerio de la Almudena, a la tumba descuidada de Ramón y Cajal, así como el lamento por la casa nunca preservada de nuestro Premio Nobel más importante, un símbolo de la desatención que en España se presta a la ciencia. Es un libro que debería ser de lectura obligada para los estudiantes que se inician en la universidad, en cualquier carrera.



El noventa y seis por ciento del peso total de los mamíferos de la Tierra somos los humanos, las vacas y los cerdos… Las aves, las de consumo (pollos y gallinas, fundamentalmente) representan el sesenta y tantos por ciento de todas las aves del universo… Los seres humanos somos un tercio de la biomasa de mamíferos del mundo.


El hambre está en la trastienda de todo. Ha sido el gran problema de la humanidad… En el hemisferio norte la mayor parte de los seres vivos mueren de una enfermedad que se llama invierno. La vida va de esto: de conseguir llegar a la primavera como sea, a costa de lo que sea. Y llegan pocos, muy pocos… El otoño se manifiesta con lluvias y multitud de frutos. ¡Fantástico! Luego llega el invierno y ahí hay que sobrevivir como sea. Los más viejos y los más jóvenes mueren. El invierno es jodido también en función de la cantidad de nieve que caiga, porque la nieve cubre la poca hierba que haya. Anota esto: el invierno es la peor de las enfermedades.


Dentro de la lucha por la reproducción, hay dos modelos. El de la palestra y el de la pasarela. Entre los mamíferos, los machos luchan en la palestra. Entre las aves, luchan en la pasarela. En los dos casos, las hembras se reproducen con los que tienen los mejores genes.


Y hay tres cosas que el neodarwinismo tiene dificultades para explicar. Ha explicado las adaptaciones, las ecológicas y las reproductivas, pero quedan tres sin aclarar: por qué hay sexo, por qué hay muerte y el altruismo.


La selección natural no se produce en beneficio de la especie... la selección natural es la muerte, es la muerte matando niños. Aún más: la selección natural es la mortalidad infantil.


En la selección natural solo es el individuo el que cuenta, no hay nada que vaya contra el individuo o sus genes…, la especie no se sabe lo que es, es una abstracción. La selección natural deja a los mejores individuos, entendiendo por mejores a los mejor adaptados a sus nichos ecológicos correspondientes.



La evolución no busca, pero encuentra. La evolución no tiene propósito. Unas especies mueren al parir (semélparas: los salmones de Pacífico mueren en su primera puesta, en cambio el esturión, o el bogavante, que puede vivir ciento cuarenta años o más se reproduce cada año), otras sacan adelante a sus crías (iteróparas), pueden reproducirse varias veces antes de morir (homo sapiens); unas viven un mes y otras viven 70 años. El pulpo y el ratón viven dos o tres años, el elefante 90. Construcciones de la selección natural.


En la naturaleza no hay vejez, no hay decrepitud, solo hay plenitud o muerte... El bogavante es eterno pero muere. En la naturaleza se muere por accidentes, por infecciones, por parásitos, por hambre o por depredación… Las enfermedades crónicas son propias del ser humano. En la naturaleza no existen las enfermedades crónicas porque nadie llega a viejo.


¿Cómo es posible que la selección natural no haya eliminado la muerte hace millones de años? ¿Está la muerte programada con un gen, que se podría sustituir, o es un lastre genético en el que la muerte se debe a multitud de genes? La teoría del lastre mutacional, o mutaciones perjudiciales que llevamos en nuestro genoma y que se expresan a edades avanzadas, explicaría por qué tantas enfermedades aparecen a edades avanzadas, porque a esas edades la selección natural no actúa, si viviésemos en la naturaleza ya habríamos muerto, no ha tenido tiempo para hacerlo debido a la supervivencia por encima de la longevidad de la especie.


La hipótesis de la abuela. Si después de dejar de ser fértiles, a los 50, nuestra vida se prolonga hasta los 70 y más allá es debido a la necesidad, desde el Paleolítico, de cuidar a los nietos. Los 70 sería la edad que marca la longevidad de nuestra especie.


La teoría del antagonismo pleiotrópico dice que hay genes que en la juventud tienen efectos beneficiosos que se tornan desfavorables en la vejez. Por ejemplo, la hormona calcitonina hace que los huesos estén bien calcificados cuando eres joven, ese mismo gen produce calcificación (arterioesclerosis) de las arterias cuando eres viejo. Es el precio que pagas por la exuberante fertilidad de la juventud.


Hay una total ausencia de sentido en la existencia, según él neodarwinismo.




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