viernes, 28 de abril de 2023

Hamsun (1996)

 


Cualquier momento es bueno para volver a los clásicos. Hambre, del autor noruego Knut Hamsun, lo es por su enorme influencia en un arco variado de escritores del siglo XX. También en la actualidad de vez en cuando se ven referencias a la obra y al autor. Así que nunca es tarde para volver a una obra que se publicó en 1890 y a un autor que vivió entre 1859 y 1952 y que recibió el Premio Nobel en 1920. La obra parece escrita antes de ayer mantiene su frescura. La comento aparte. Sobre el autor hay una película de 1996 de Jan Troell que merece la pena ser vista. Knut Hamsun es de esos autores que dicen que su vida es escritura. Escribió mucho, la mitad de sus obras son ficción y la otra mitad relatos inspirados en su biografía. Tal es el caso de su primera obra, la que le lanzó a la fama, Hambre. En una época en que Noruega se hizo famosa por escritores como Strindberg, Ibsen y Sigrid Unseld, Hamsun llegó a convertirse en algo así como el padre de la patria Noruega. Como todo nacionalista Hamsun tenía sus filias y fobias. Con la guerra de los boers como referencia, odiaba a Inglaterra y a su imperio y muchas veces manifestó que había que aplastarlo. Alemania, al contrario, era la cabeza de los pueblos germánicos dentro de los que estaba Noruega. Así se explica que Hamsun apoyara a Alemania durante las dos guerras mundiales, y que, durante el periodo nazi, desde su espléndido aislamiento en la casa del bosque en la que escribía, se mostrase ciego a lo que suponía la llegada de Adolf Hitler al poder. Creía que Hitler era un reformista y tenía una visión de Europa en la que a Noruega le esperaba un importante papel.


La película de Jan Troell, basada en una biografía de Hamsun escrita por Thorkild Hansen, se ciñe a los años oscuros en que Europa cayó bajo las garras del fascismo. En la biografía de Hamsun es el periodo que va de 1935 hasta su muerte en 1952. En 1935 Hamsun ya era mayor y había dejado de escribir. Con desigual desarrollo y fortuna, la película gira en torno a tres aspectos: escenas del matrimonio de Hamsun con su esposa Marie, una escritora de libros infantiles bastante más joven que él, con quien la vida no fue fácil, con separaciones y reencuentros, al estilo de la película de Bergman; la relación con sus cuatro talentosos hijos (músicos escritores pintores), con mucha semejanza con la familia de Thomás Mann, con interesantes biografías no detalladas en la película, salvo la de Ellinor, con problemas psiquiátricos y de alcoholismo; y la parte más importante, que justifica la película, la relación del matrimonio con el fascismo.




Hamsun fue un nacionalista toda la vida, antes y después del episodio del nazismo. La película lo sitúa en el contexto de su obra y de su época. Era un racista blanco, aunque él prefería hablar más de pueblos que de razas, pero no era un antisemita, no al menos en el sentido nazi. Una de las escenas más conmovedoras de la película es cuando los psiquiatras que lo juzgan después de la guerra le ponen ante las imágenes de los campos de exterminio. En el rostro del magnífico Max von Sydow se refleja la sorpresa y el horror. La película no lo exonera pero en cierto modo lo excusa: era un nacionalista, era un racista, pero cuando llegó el nazismo era demasiado mayor y sordo y aislado en su cabaña del bosque como para darse cuenta de lo que la llegada de Hitler al poder supuso. Nunca leyó el Mein Kampf. La película censura con más fuerza a su mujer, que participó en campañas a favor de la Alemania nazi y amiga de Quisling, el presidente del gobierno títere. Los nazis y los fascistas noruegos se aprovecharon de la fama de Hamsun. El momento culminante fue el encuentro entre Hitler y Hamsun en el Berghof, el nido del dictador en los Alpes Bávaros. El propio Hamsun se creyó que podía emular al que Goethe había mantenido con Napoleón. La cita no fue bien. A Hitler no le sentó bien que Hamsun vindicara el papel especial que Noruega debería tener como país independiente en la nueva Europa.


Tras la derrota nazi, Hamsun fue sometido a un estudio psiquiátrico que él vivió como humillante. Los psiquiatras consideraron que no estaba en sus cabales y que por tanto no debía pasar por un juicio. Sin embargo, sí fue sometido a juicio: fue declarado traidor y condenado a pagar una fuerte multa, pero no pasó por la cárcel.



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