domingo, 9 de abril de 2023

09. Krujë: La medieval Albania de Skanderbeg y el águila bicéfala

 



Los restos de un castillo señorean la pequeña localidad de Krujë, a unos 40 km de Tirana, el emplazamiento donde tuvo lugar la resistencia de Skandenberg y sus valerosos 3.000 a la triple acometida (1450, 1466 y 1467) del ejército otomano. Sobre Gjergj Kastrioti, más conocido como Skanderbeg, se construyó la leyenda de la brava Albania como país. En el castillo de Krujë, elevado en una colina, ondea el águila bicéfala sobre fondo rojo de su bandera.




La hija del dictador, Pranvera Hoxha, construyó en la cima del monte, junto al gran torreón medieval, un museo, inaugurado en 1982, de trazas románicas y de espíritu romántico, para glorificar al héroe medieval. Se encargaron pinturas (guerreros duros austeros belicosos, de porte similar a la iconografía que Vela Zanetti se inventó para ilustrar las hazañas de El Cid) y se buscaron reliquias. No tiene mayor interés salvo las vistas.




Si al atardecer, antes de que el sol se hunda en el horizonte, uno se pasea solitario -nadie se cruza en mi camino- por el empedrado del viejo barrio junto al castillo pronto se aprecia que el éxito de Skanderbeg no fue duradero: junto a las humildes casas musulmanas aparece a medio restaurar el Teqe de Dollme de los Bektashi (una secta Sufi islámica) y en el extremo más alto del monte los restos de la Mezquita del Sultán Mehmed Fatih. No hay empeño en dignificar los monumentos musulmanes, tampoco la vida de los más humildes, quizá por falta de recursos, entre los que se encuentran la población musulmana, en torno al 60% de la población. Al castillo se accede por una calle repleta de puestos de artesanía; lo que queda del antiguo bazar recuerda a Sarajevo y Mostar.




El sol de la tarde, desde la terraza en que unos cuantos amigos toman café, resalta con brillos incandescentes las baratijas del bazar. Una imagen inesperada de que todo fulgor declina. Enver Hoxha ya no es más que el padre de Pranvera que se atrevió a varar un galeón en la colina de Krujë para exaltar a un héroe que, al contemplar los fetiches expuestos, vemos que carecía de sustancia, como la andrajosa Mezquita del Sultán y el famélico Tekke que no tienen quien los quiera.



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