La primera salida de Tirana ha sido frustrante. Tras una pequeña ruta pedestre por la inmediaciones de la península de Lin, en el este del país, hacia el lago Ohrid, lago que Albania comparte con Macedonia, llegamos a la Iglesia Paleocristiana de Lin, construida en el siglo VI dc, en época de Justiniano, ahora en ruinas. Las vistas sobre el lago y sobre la cercana Macedonia son bellas, a pesar de la lluvia. La frustración llega cuando accedemos a la iglesia cuya joya es un mosaico magníficamente preservado. Si está bien preservado, en su lugar original, se debe a que está cubierto por una lona de plástico y arena. La contrapartida a su conservación es que es imposible de ver. Nos tenemos que conformar con las imágenes de Internet.
Comemos en un restaurante de Pogradec con bonitas vistas, y playa, sobre el lago, antes de llegar a Korça. Alberto se emociona cuando entramos en la ciudad, una ciudad que se remonta a finales del siglo XV, dentro del periodo otomano pero sometida a la influencia griega, al estar en la región norte del Epiro, cerca del lago Prespa, que Albania comparte con Macedonia y Grecia. Visitamos primero los restos del desaparecido viejo bazar que se considera el núcleo urbano de la ciudad: incluye una placita donde al atardecer, en un restaurante familiar, cenaremos acompañados de un grupo de músicos (acordeón, guitarra, violín y cantantes) que tocarán canciones populares, invitando a bailar, y que, cuando el salón se vació de foráneos, comenzaron a cantar las serenata korçare (clic grabación) propias del lugar, que con emoción contenida acompañaban los locales.
También en el viejo bazar está la pequeña mezquita Mirahori. construida a finales del XV en el lugar de un más antiguo monasterio ortodoxo, una de las joyas de la arquitectura islámica de Albania, la segunda mezquita más antigua del país después de la Mezquita del Sultán en Berat. Enfilamos más tarde la gran avenida peatonal, pavimentada con adoquines, hacia la Catedral Ortodoxa de la Resurrección construida recientemente (1995) como reparación por la destrucción, en la furia antirreligiosa de 1968, de la antigua catedral de San Jorge por el régimen estalinista. La emoción de Alberto subió de tono cuando llegamos al barrio de casas burguesas, en la parte alta de Korça, bellas mansiones estilo años 20, varias de las cuales, conservadas o restauradas, fueron diseñadas por el abuelo de Alberto. El abuelo arquitecto fue detenido, las propiedades incautadas y la familia dispersa y empobrecida.
A media tarde se echó a llover. Junto a Gilberto acudí al teatro de la ciudad donde una pequeña orquesta de cuerda daba un concierto con un violín, una guitarra y un contrafagot como solistas.
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