Frederick W. Taylor era tan nervioso que tenía que dormir con una camisa de fuerza por la noche. Siempre tenía que estar ocupado en alguna cosa. Le ofrecieron un puesto en Harvard al terminar sus estudios, pero prefirió comenzar una formación de cuatro años como aprendiz de operario cualificado en una fábrica. Taylor, cuáquero de religión, creía que la tendencia del trabajador es a 'vaguear', así que elaboró un 'método científico de gestión' del trabajo. Tenía un cronómetro en mano para medir los tiempos en movimientos. Su método lo aplicaba también cuando jugaba al tenis o al golf. Así ganó el campeonato Nacional de tenis de Estados Unidos en 1881. Henry Ford lo llamaba el 'padre del movimiento eficiente', otros dijeron de él que era el 'Newton o Arquímedes de la ciencia del trabajo'.
Existe una correspondencia entre eficiencia, productividad y rentabilidad. Lo escribió Adam Smith en La riqueza de las naciones aunque no lo comprendieron del todo los primeros propietarios de fábricas textiles inglesas, porque preferían convertir en obreros a las masas sobrantes del campo en vez de a los artesanos con oficio a quienes debían pagar mucho más. El beneficio lo obtenían pagando lo mínimo a los trabajadores; baratos pero no eficientes. El taylorismo lo inventaron a medias entre Frederick Taylor y Henry Ford cuando aplicaron el modelo de producción en línea al icónico Ford T y dio un paso definitivo al optar por trabajadores cuyo mérito era la obediencia, la paciencia y la falta de imaginación para realizar trabajos mecánicos. Ford les recompensaba con salarios más altos y más tiempo libre, sin embargo Samuel Gompers, el fundador de la Federación Americana del Trabajo, acusó a los propietarios de las fábricas de quitarles a los trabajadores el derecho a encontrar significado y satisfacción en el trabajo que hacían, transformándolos en "simples máquinas automáticas muy rápidas, un engranaje, una tuerca o un perno de una gran máquina".
Aseguran los antropólogos que los cazadores recolectores, como los ju/'hoansis del Kalahari, los bambutis del Congo y los hadzaves del Serengueti, sociedades estables igualitarias y duraderas, incluso en el siglo XX, no necesitaban más de 17 horas semanales para alimentarse a sí mismos y a un grupo de dependientes. A comienzos de la revolución industrial, no había en Gran Bretaña una ley que regulase las condiciones laborales, los sindicatos estaban prohibidos y la ley de amos y sirvientes perseguía a los trabajadores irrespetuosos. Tan solo una ‘ley fabril’ de 1833 limitaba la semana laboral de mujeres y niños menores de 18 años a 70 horas semanales. Los hombres trabajaban unas 78 horas semanales. En la primera huelga, en 1888, 'las chicas de las cerillas' salieron a las calles para protestar por sus condiciones de trabajo tóxicas y exigir el fin de los turnos de 14 horas.
Gracias al sistema eficiente de Winslow Taylor y a los avances tecnológicos, las horas de trabajo se redujeron rápidamente. Tras las matanzas de hombres en los campos de batalla de la primera Guerra Mundial, quedaron reducidas a 48 horas semanales. Una década después, Henry Ford, que empleaba a doscientas mil personas en sus fábricas americanas y otro tanto en el resto de las capitales europeas, en Canadá, Sudáfrica, Australia y Latinoamérica, impuso la semana de cuarenta horas, dividida en cinco turnos de ocho horas y los fines de semana libres, algo que se fue convirtiendo en norma.
El puritano John Harvey kellogg, un adventista del séptimo Día, con un odio patológico a todo lo que tuviera que ver con el sexo, revolucionó el desayuno con los Corn Flakes que patentó en 1895, crujientes pero no dulces, presentados como un disuasor sexual. Fue su hijo adoptivo Will Kellogg, que no compartía las opiniones puritanas de su padre, quien transformó los cereales Kellogg's en una marca conocida en todo el mundo. Añadió azúcar y empezó a producirlos en masa. Su historia se cuenta en la película de 1994, de Alan Parker, El balneario de Battle Creek (Filmin) que se basa en la novela de T. Coraghessan Boyle.
Will Kellogg, un innovador constante en gestión producción y marketing, en medio de la Gran depresión de los años 30, introdujo la semana de treinta horas divididas en turnos de 6, en un momento en que una cuarta parte de los estadounidenses estaban desempleados, creando otro turno de nuevos trabajadores a jornada completa. Los accidentes laborales disminuyeron, también los gastos generales de funcionamiento y aumentó la productividad. Will Kellogg presumía de que "ahora podemos permitirnos pagar tanto por seis horas como antes pagábamos por ocho". Sorprendentemente, en la década de 1950, tres cuartas partes de la plantilla de Kellogg's votaron regresar a los turnos de 8 horas y a la semana de 40 horas: no querían pasar tanto tiempo en casa con sus 'irritables esposas' y querían tener más dinero para comprar los productos de consumo que la publicidad mostraba.
Keyness vaticinó la nueva enfermedad, el desempleo tecnológico. La semana de cuatro días que poco a poco se irá imponiendo indica la doble dirección que está adoptando el trabajo. Mayor tiempo de ocio para los trabajadores sustituidos por procesos automatizados y ‘trabajos de mierda’, en palabras de David Graever, en el sector servicios. Graever diferenciaba entre trabajos genuinamente útiles (enseñanza medicina agricultura investigación científica) y trabajos que no parecían servir a otro fin que hacer algo. "Es como si alguien estuviera ahí inventándose trabajos sin sentido solo para tenerlos a todos trabajando". La sociedad posindustrial nos presenta un doble dilema: muchas horas libres, para qué, ¿para comprar más cosas innecesarias? La inteligencia artificial es el último paso en el camino hacia la eficiencia, también hacia la deshumanización. ¿Qué tipo de trabajos dejará libres la Inteligencia Artificial? Si muchos trabajos en el sector servicios son superfluos, cómo nos las apañaremos en la nueva oleada de la automatización, en la era posindustrial, para emplear el tiempo libre y para dar sentido a lo que hacemos. (He utilizado la información que aparece en Trabajo, de James Suzman).
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