En El origen del mundo el pintor Gustave Courbet fue el primero en romper un tabú secular al mostrar el sexo femenino en todo su esplendor. Durante mucho tiempo esa pintura solo fue vista por sus propietarios en privado, ahora, después de que la comprase le gobierno francés en 1995, se puede ver si uno acude al Museo de Orsay parisino. La cultura suele hacer dos caminos, uno de ida en el que cuida la infancia del hombre, el hombre como niño, y otro de vuelta, en que desvela lo que antes no se podía ver, donde el hombre alcanza la madurez.
Ahora una fotógrafa brasileira, Lela Beltrào, da un paso más, en una serie de fotografías libera al sexo femenino de las brumas culpables del placer y muestra su faceta principal, que ya se destacaba en el título que Courbet dio a su cuadro, el nacimiento de la vida.
Quizá, en las fotografías de Lela Beltrào haya un subrayado excesivo, anterior al desvelamiento total, tras la conquista de la mirada limpia.
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