domingo, 19 de febrero de 2023

Progreso moral

 

La conciencia no sigue un patrón lógico de antecedentes y consecuentes, deambula de habitación en habitación: húmedas y secas, cerradas y abiertas, hediondas y perfumadas. Así el progreso moral: retrocede y toma impulso, cae en las simas de la deshumanización y escala con gran esfuerzo hacia superficies ventiladas. El estado moral de una época se manifiesta en los hechos históricos. El terremoto en Turquía y Siria está siendo devastador, pero salvo el primer día ha dejado de estar en primera página, el lugar que ocupan los asuntos de preocupación pública. ¿Por qué se vinieron abajo como castillo de naipes los edificios de las ciudades? Las técnicas de construcción han avanzado mucho, en zonas sísmicas se tienen en cuenta. No hay democracia sin ley ni responsabilidad política y judicial. Siria parece un caso perdido, no por culpa de los abandonados sirios, pero Turquía es un socio de Europa.


La guerra en Ucrania aparece y desaparece de las primeras páginas. Sigue la voluntad de destrucción por parte de Rusia (de Putin habría que decir, aunque Rusia se haya entregado a Putin): destruir ciudades y viviendas, matar gente, torturar, violar para quebrar la voluntad de soberanía de un país. Una agresión premeditada e inmotivada. En la conciencia moral de la humanidad no se han despejado las brumas que impiden ver con claridad. Tras la Segunda Guerra Mundial tribunales decidieron qué estaba bien y qué estaba mal en el trato entre países, qué era permisible y qué no. Cuando estalla una guerra volvemos a caer en las simas del horror, retrocedemos a los tiempos anteriores al derecho y la ley. Por eso Occidente tiene razones para apoyar a Ucrania. Todos queremos ver caer al monstruo del Kremlin. Habermas plantea preguntas pertinentes. ¿Hasta dónde ha de llegar Europa en su apoyo a Ucrania? ¿Una ayuda para derrotar a Rusia o solo defensiva en busca de una paz negociada? La más importante no la plantea con claridad: ¿qué hacer para detener la máquina de guerra que tritura a tanta gente? ¿Hay una causa que justifique los miles de muertos, inocentes o no quién les devolverá la vida? ¿Debemos aconsejar a los ucranianos someterse al régimen de Putin con tal de no morir? Habermas, el gran filósofo, balbucea (como yo).


También en la política pequeña el curso de la moral se abisma y reflota sin seguir la línea recta de progreso que se le supone. En la política española estos tres artículos (uno, dos y tres) analizan correctamente qué supone el caso catalán, cómo nos afecta a todos, el grave peligro de volver a un período preconstitucional.


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