Nunca ha nacido y nunca muere el Ser Uno.
Al no haber existido, nunca cesará de existir.
No tiene origen, es eterno, imperecedero,
ancestral, y no muere cuando el cuerpo
muere. Bhagavad Gita.
Se necesita una potente brújula para orientarse en la maraña del pensamiento indio, una potente sonda para medir su profundidad y un barómetro y un anemómetro para precisar su peso, caudal y orientación en la larga y complicada historia del país, invadido muchas veces y resistente en cada ocasión. Quizá, para empezar, nos ayude una breve cronología y unos pocos conceptos.
La mayor parte del pensamiento indio se remite al periodo védico, entre 1500 y 600 a.e.c: una era de tanteos entre religión y filosofía, entre superstición y pensamiento. Transmitidos oralmente y luego escritos en sánscrito, lengua indoeuropea como el latín y el griego, hay cuatro Vedas fundamentales o escrituras reveladas: Rig Veda (Veda de Himnos o Alabanzas a los dioses); Sama Veda (Veda del Soma y de los cantos o melodías); Yajur Veda (Veda de Adoración) y Atharva Veda (Veda del brahman Atharvan). La primera constatación es que lo importante para la India sucedió mucho antes de que los griegos se pusiesen a pensar y de que el cristianismo tomara cuerpo.
En el segundo periodo, el épico, entre el 500 y el 200 a.e.c, se escribieron las Upanishad (‘sentado junto al maestro’), los poemas épicos Mahabarata y Ramayana, las historias antiguas (Puranas) y los códigos legales y éticos (dharmashastras) que establecieron las interpretaciones y normativas que componen el Vedanta. El Bhagavad Gita (escrito dentro del Mahabarata), los Upanishad y los Brahma Sutras forman el triple canon prasthana-traya de la filosofía ortodoxa India, las doctrinas que han determinado desde entonces el tono, la pauta precisa del desarrollo filosófico indio. Las primeras ideas a tener en cuenta son
La realidad suprema es el Brahman, un alma infinita, inmutable y universal.
El yo individual, atman, tiene la ilusión de independencia pero no existe como tal.
La finalidad última de cualquier vida es disolver el ego y retornar al Brahman.
Las escuelas ortodoxas o astika son las que mantienen la validez de los Vedas, las escuelas heterodoxas o nāstika son las que no los reconocen como fuente de conocimiento: budismo, jainismo, Chárvaka o lokayata y Ajivika.
La palabra para filosofía en la India es darsana, que significa tanto ‘filosofía’ como ‘ver o mirar’ -los filósofos son videntes-, pues visión y conocimiento son idénticos. La percepción intuitiva como experiencia directa de la realidad suprema sigue siendo dominante en la cultura india. Solo por medio de la meditación se contempla a Isvara, algo así como el ser supremo, el que carece de partes.
Radhakrishnan (1888 - 1975), filósofo moderno y segundo presidente de la India, ha contribuido como pocos a la formación de la identidad contemporánea de los indios, también a una mejor comprensión del hinduismo en Occidente. Perteneciente a la corriente Advaita Vedanta, que subordina la razón a la intuición, defendía que la vida no puede comprenderse en su plenitud mediante la razón lógica. La cultura basada en la mera lógica o ciencia puede ser eficiente, pero no inspiradora. La filosofía nos lleva hasta las puertas de la tierra prometida, pero no puede permitirnos entrar en ella; es necesaria la percepción intuitiva, concebida como ‘experiencia religiosa’. La fuente de conocimiento no son los sentidos ni la razón ni la intuición sino el hombre en su totalidad.
¿Cómo conocemos? En la jerarquía de las fuentes del conocimiento, el testimonio de los grandes videntes (Aptavakya) suele imponerse a la percepción (Pratyaksa), incluso de las grandes mentes, que a su vez supera al más impresionante argumento racional (Anumana). Cualquiera que se juzgue que ha alcanzado un grado elevado de percepción intuitiva es tratado con gran deferencia y respeto. Hay cuatro tipos de percepciones válidas: la percepción sensorial, la percepción mental, la autoconciencia y la intuición súper normal, que se obtiene tras eliminar las impurezas que cubren al yo inteligente. ¿Cómo se alcanza la Pratyaksa o percepción? A veces sobreviene como una suerte de don, que llega de ninguna parte; otras escuelas suelen hacer hincapié en la necesidad de una larga práctica espiritual. Clave en estas prácticas es la meditación que posibilita una clase de comprensión que excede la cognición ordinaria:
"un estado mental posee en su interior energías extraordinarias. Si limpias tu proceso de pensamiento, esto produce un florecimiento de la intuición en tu mente y deviene una fuente para conocerlo todo".
En los Upanishad, la percepción intuitiva que estamos buscando es nuestra unidad con el Braman, el yo supremo. Para alcanzarla propugna el yoga sextuple: control de la respiración, retracción de los sentidos, meditación, concentración, contemplación y absorción.
¿Hay una sabiduría que se nos escapa porque la hemos descartado en nuestro pensar occidental? La frónesis aristotélica, en la ética a Nicómaco, traducible como filosofía de la experiencia o filosofía práctica se le acerca, una iluminación más basada en la atención que en el raciocinio. En Japón, Nishida escribió "Es el artista no el erudito quién accede a la naturaleza auténtica de la realidad” y “La conciencia plena y verdadera no es meramente intelectual, sino activamente experiencial”.
Para la perspectiva India hay una íntima relación entre filosofía y vida, las verdades buscadas se relacionan en todo momento con la forma en que deberíamos vivir. las prácticas yóguicas son en parte algoritmos espirituales que garantizan resultados si se siguen. Que la filosofía debiera estar libre de todo compromiso teológico es una peculiaridad del Occidente moderno, apunta Julian Baggini en su Cómo piensa el mundo. Los seres humanos se distinguen por la racionalidad hemos repetido con Aristóteles, el centro del pensamiento indio es el dharma, la facultad de distinguir lo correcto de lo incorrecto y vivir en consecuencia. Alguien definió esa diferencia como los buscadores de la verdad y los buscadores del camino.
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