jueves, 23 de febrero de 2023

Dos películas españolas recientes (Cerdita y El agua) y un divulgador neurocientista

 


Hay películas que te anuncian que va a suceder algo y durante más de la mitad del metraje estás esperando a que algo suceda. En esta, El agua, hay historias que repiten los vecinos del pueblo sobre el agua del río que se encabrita, se mete dentro del cuerpo de una mujer, la absorbe y se la lleva corriente abajo hasta hacerla desaparecer. Aburridas escenas de adolescentes discurren sin ton ni son y nada sucede, así que pasada la mitad del metraje dije, bye, bye.




En esta otra sí que sucede algo, hay mobbing hacia la 'Cerdita' del título por ser como es, burlas, maltrato y un deseo más o menos enmascarado de venganza, pero la acción discurre por donde no sospechas, como en las buenas películas, aunque esta no lo sea. Demasiados elementos contribuyen a que se quede en nada: malos actores, mala dirección, pobre guion. Se parece a las películas gore de Jess Franco, tan rematadamente malas que tenían su gracia. La he visto hasta el final porque, aunque sea mala, no es tan mala como la anterior, y, además, esperaba que en algún momento un giro de guion la redimiese. No entiendo como los críticos son tan benignos con estas películas, quizá porque como son españolas conocen a los productores, a los actores, a los técnicos.


Así que viendo Agua, me pase a la sexta, a un especial sobre la guerra. La cosa no fue mejor: el tipo de periodismo en primera persona que practica esta emisora se sobrepone al análisis, el reportaje o el relato de lo que sucedió, está sucediendo o está por suceder. Son irritantes los primeros planos del director o directora del programa, acompañado de entrevistados que se exhiben como una especie de trofeo en tierra de caza y que no aporten absolutamente nada. La dejé igualmente a la mitad, ¿Por qué habría de regalarles mi precioso tiempo?


Algo parecido me ha sucedido con un famoso divulgador de neurociencia. Su último libro ha sido recomendado por los medias. Acudo a su anunciada conferencia. Me leo su primer libro. Suelo tomar notas de los libros científicos que leo. De este no tomé ninguna. Se expresa bien, encandila al público, le hace jugar con preguntas intrigantes. De algún modo es una forma de autoayuda avalada por la última ciencia. No es un magufo, pero se acerca tanto a las necesidades emocionales de la gente que sustituye conocimiento por abrazos. No digo que esté mal. Al contrario, se lee muy fácil.



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