miércoles, 25 de enero de 2023

Trichy (Tiruchirappalli - Templo Ranganathaswamy, Srirangam) 17

 


Ya que no entras en las casas, solo con pequeños detalles puedes captar algo -algo- de la sociedad india. Los puestecillos más humildes -diademas pulseras collares de flores; puestos de fruta, especialmente pequeños plátanos baratos o bananas; postales, muñequeras y tobilleras de estaño, bolsos de tela en bandolera de humilde confección- están a cargo la mayoría de mujeres, sonrientes y bullangueras si te persiguen, incitándote a la compra, silenciosas y derrotadas si están tendidas en el suelo, esperando que caiga una dádiva por un minúsculo adorno floral. Sin embargo, hay otra versión de la mujer india, aunque sea como digo superficial.



Las mujeres llenan los templos con sus brillantes y coloridos saris, muchas más que hombres, y a la salida se pasean elegantes por las calles del comercio de telas. Los hombres si no se dedican a perseguir al turista se muestran ceñudos, aunque prestos a cambiar su mutismo cariacontecido por una sonrisa, si el turista se fija en ellos. Pero hay un detalle más que me parece significativo: las mujeres en moto, solas, en pareja (dos mujeres) o con niños. Me parece un detalle de autonomía que no se ve en otros países en proceso de crecimiento tanto en ciudad como en vías interurbanas. 




No veo, sin embargo, hombres o mujeres tendidos en el suelo, salvo hoy, por eso lo comento. Ha sido en Trichy (o Tiruchirappalli), cuando ascendíamos por los trescientos veinte escalones cubiertos que llevan al Tiruchirapalli Rock Fort, un templo sin gran interés como no sean las bonitas vistas que se ven desde arriba, asentado sobre una roca, o del propio templo desde lejos. En varios tramos había gente tendida, con predominio de mujeres. No he sabido distinguir si eran orantes o pobres, o las dos cosas. Rara vez se ve algún pobre extendiendo la mano delante de ti; aquí en Trichy sí ha ocurrido. Tienden la mano, no dicen nada, solo la tienden.




El Ranganathaswamy es el más grandioso templo de la ciudad, de 65 ha y 21 gopuras -torres típicas hindúes-, y 81 santuarios, considerado el más grande de los que están en activo en la India. En lo alto de una azotea se divisan las torres. La más alta, de 73 metros, permanece sin pintar, por lo que destaca sobremanera. El templo está rodeado por 7 recintos concéntricos, rodeado como una isla por el río Kaveri. Ha servido de cuartel militar para los sucesivos invasores. Es tan grande el templo que está lleno de brahmanes, adultos, jóvenes y casi niños por doquier, la casta sacerdotal hindú, que se distinguen por el torno desnudo.





Adentrarse en el templo por sus patios, avenidas y pasillos es como entrar en una ciudad con intensa vida alrededor, llena de puestecillos y comercios, peregrinos que vienen de todo el país, ceremonias de petición de mano y hasta un zoco, donde a la vista de todo el mundo decenas de mujeres, vigiladas por hombres, cuentan el dinero que los visitantes entregan. También es fácil encontrarse con la ceremonia de un compromiso matrimonial.


 Los santuarios están dedicados a Vishnu y sus diversos avatares, como Rama y Krishna. Otros a la diosa Lakshmi y muchos santos del vaishnavismo. También aquí hay un salón de 1000 pilares.





La ciudad es tan antigua que en el siglo III ac ya se hablaba del dominio de los cholas. En Tamil Nadu, hay varios festivales relacionados con la doma de toros, en esta ciudad en enero se celebra el de Pongal. Ahora mismo, a través de la ventana y junto al bullicio de los coches, escucho cantos de una iglesia cercana pero también tambores y canciones hindúes. 







No hay comentarios: