lunes, 23 de enero de 2023

Munnar. Parque Nacional Eravikulam 15



 La intempestiva invocación de los muecines y el tañido de las campanas poco después me han despertado antes de tiempo -a las seis-, en esta fría mañana de Munnar.




Hoy nuestra actividad está relacionado con el té. El Parque Nacional Eravikulam es el hogar del tahr de Nilgiri, un animal a medio camino entre el antílope y la cabra, tan pacífico como amigable; busca el contacto humano y se deja fotografiar. También de este parque es la Neelakurinji, una planta singular que florece una vez cada 12 años. La próxima, en 2018. En algún lugar se esconde el leopardo y el bisonte indio; que, evidentemente, no se dejan ver. Cómo estamos obsesionados con la belleza simple de los campos de té, hemos ido buscando las mejores perspectivas antes que la riqueza botánica y zoológica del parque.




Asistía a una sesión de teatro hindú, muy parecida, por el grueso maquillaje, la vestimenta y la mímica al teatro Noh japonés, con una música muy escueta -tambor y breves textos-, procedentes del Mahabarata, reducido al mínimo en los breves apuntes de una voz radicada en una esquina, cuando mi estómago se ha alborotado. Mitad en la calle, mitad en la habitación del hotel se ha vaciado. Nos hemos ido pegando unos a otros un virus estomacal hasta que ha llegado a mí. Me fastidia haberme perdido de la sesión de teatro la parte representativa, por lo que me ha contado. En realidad, lo que he visto no eran más que breves introducciones a las formas y tipos con que esté teatro opera. El Kathakali además de la danza y la mímica incorpora movimientos de las antiguas artes marciales indias y las tradiciones atléticas del sur. Al terminar la representación suele haber una lucha india. Es nativo de la región suroeste de Kerala.




A las 18'28 el muecín da por finalizado el día, cuando el sol ha desaparecido de la línea del horizonte. Mis compañeros lo prolongarán con una danza alrededor del fuego, con ron y canciones españolas. Yo no. 

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