Los grandes titulares definen el acontecimiento y lo fijan en la memoria de la gente. Los aliados derrotaron a la Alemania nazi: con eso les basta a la mayoría. La quiebra humana, el dolor y la humillación, la muerte intempestiva se han ido conociendo a través del testimonio de los supervivientes: documentos, memorias, novelas, películas. La mayor parte de la gente es analfabeta funcional, voluntaria o involuntariamente. Así que toda esa parte ha ido desapareciendo bajo capas y capas de vida cotidiana. El dolor humano es particular. Solo nos interesa las historias de recuperación, el sol amaneciendo en el horizonte después de la catástrofe. Piadosos, los editores de los telediarios o de las plataformas de streaming nos ocultan las escenas sangrantes, los muertos en las calles, la quiebra y decadencia del ser humano.
"Supongo que está claro el objetivo de los ataques, la población civil enemiga y no las fábricas y astilleros" (dice un mando militar a otro).
W. G. Sebald poco antes de morir publicó (1999) un libro que tuvo cierto eco: Sobre la historia natural de la destrucción. Sebald, un escritor de gran influencia, era alemán y lo escribía en voz baja, en unas pocas páginas, apenas 160, como pidiendo perdón por lo que contaba: 131 ciudades y pueblos alemanes fueron bombardeados por los aliados. Grandes ciudades alemanas como Lubeck, Colonia, Desde y Hamburgo, fueron arrasadas, algunas cuando la guerra prácticamente había acabado. Es el caso de Dresde. En la noche del 13 al 14 de febrero de 1945 (británicos) y el día siguiente (americanos), 1.100 bombarderos lanzaron 3.500 toneladas de bombas incendiarias sobre la ciudad. Se estima que murieron seiscientos mil civiles alemanes, el doble de las bajas de guerra sufridas por los americanos. Siete millones y medio de alemanes quedaron sin hogar.
No es historia, lo tenemos cada día ante nuestros ojos, si es que queremos estar al tanto de lo que ocurre ahora mismo en las ciudades de Ucrania destruidas por los misiles de Putin. Sergei Loznitsa presentó en el último festival de Cannes la versión en imágenes del libro de Sebald. Salvo unos pequeños parlamentos del mariscal Montgomery, del 'bombardero' Harris y de Churchill, la película no tiene diálogos, tan sólo ruido e impactantes imágenes, un montaje de archivo de lo que ocurrió en las ciudades alemanas bombardeadas. Vemos al inicio la vida despreocupada de las gentes antes de que los cielos se iluminasen con las bombas que caen en racimos. Vemos cómo se construyen en cadena las máquinas voladoras de la destrucción. Vemos sobre los cielos bandadas de aviones como nubes de estorninos. Vemos los esqueletos de las ciudades tras los bombardeos, los supervivientes, los muertos amontonados a la espera de que los familiares los reconozcan.
Supongo que no hay un público para este tipo de películas o es muy ecaso. Por eso no se estrena en los cines convencionales. Se puede ver en Filmin.
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