Sin novedad en el frente

 

Vives en algún lugar de la federación rusa, pongamos Ekaterinenburgo o Rostov del Don, aunque lo más probable es que seas de alguna aldea del Daguestán caucásico o de la Buratia centroasiática. Recibes un mandamiento para que te presentes en un centro de reclutas. Dejas tu trabajo y tu familia, la vida que llevabas hasta entonces. Durante un breve tiempo te someten a entrenamiento y poco después te envían al frente de combate, a un país que no es el tuyo. De golpe te enfrentas a lo desconocido, al estrés de la muerte súbita, del despedazamiento, del pánico. Tienes altas posibilidades de que tu rutinaria o preciosa vida, la única que tendrás, se arruine en un instante. Algo has oído en la tele y en las conversaciones de la calle sobre la guerra en Ucrania. Más que debates y propuestas en el Parlamento parece que ha sido la decisión de un hombre. A ti desde luego no te han tenido en cuenta. No te han preguntado si el país entero, su economía, las relaciones con los demás países, la vida de los hombres debía ponerse en marcha para castigar o conquistar o destruir otro país que no es el tuyo. Desde luego no te han preguntado si quieres ir a matar a otras personas o si quieres ir a morir por algo que no entiendes. Quienes han iniciado esta guerra y quienes la dirigen no están en primera línea de combate, no van a morir. El regalo de la vida no me lo ha dado quien ahora me envía una orden para que vaya a morir. ¿Con qué derecho me lo ordena? ¿Por qué o por quién debo morir? ¿Por qué debo exponerme yo y no quien me lo ordena? No puede haber causa por grande que sea que me obligue a perder la vida, el único y verdadero bien. Cómo voy a saber cuán grande era esa causa, y que merecía la pena, si ya habré muerto. Si alguien quiere morir por ella, será su voluntad pero no la mía.

Oí o leí a alguien decir, 'más de lo mismo', a propósito de la película Sin novedad en el frente, una película alemana que se estrena ahora en Netflix, nueva versión de la novela de Erich Maria Remarque. Me hirió esa insensibilidad. Puede que sea una película imperfecta, demasiado larga, con un guion no muy bien estructurado, pero es una película necesaria, impactante por sus imágenes crudas sobre cómo pudo ser la guerra de trincheras en la Primera Guerra Mundial. Jóvenes estudiantes que pasan en un instante de la inflamación patriótica, urdida por nauseabundos publicistas, al horror del combate al que nada ni nadie puede preparar. ¿Qué cosa trascendente puede haber que tronche la vida de los amigos que estaba floreciendo, la vida propia que se esfuma? Este es el momento para una película como esta.

La guerra, cualquier guerra es un fracaso de la civilización. Es un escándalo, el mayor de los escándalos. Él 'no matarás' es un mandamiento sagrado que debe aplicarse en cualquier circunstancia. Es un escándalo que suceda pero también lo es que no suceda ante nuestros ojos: que las imágenes que el ruido que la sangre que las amputaciones que el horror no esté presente en cada instante de nuestra vida ahora mismo de modo que se nos atragante la comida y las pesadillas nos impidan dormir. No debería haber vida cómoda sobre la tierra hasta que cese la guerra.

Si hubiese una institución internacional respetable, debería dictar un artículo único: se prohíben todas las guerras y a continuación una serie de cláusulas que detallasen las consecuencias de su incumplimiento. La culpabilidad debe recaer sobre el agresor, sobre quien inicia una guerra. Y después sobre quienes no ponen los medios para que las guerras no tengan lugar. Antes de las guerras, existe la diplomacia la economía la disuasión para que los aventureros políticos no vean ocasión. Lo que debe intensificarse con la guerra comenzada. Se puede aislar a un país echarlo de las organizaciones internacionales estrangularlo económicamente convertirlo en un paria aun a costa de los sacrificios y del bienestar de la gente. Cosa que no se ha hecho con la Rusia de Putin antes de ahora. Hay que explicarlo para que la gente comprenda que matar está prohibido y tiene consecuencias en la comunidad humana. Quizá vivamos en una época de políticos mediocres, pero el pensamiento libre no cesa, está en las manos de cada uno de nosotros luchar por una vida civilizada. Si la vida en las naciones está regulada por instituciones y leyes, la vida entre naciones tiene que ser regulada del mismo modo. La guerra es la barbarie, no hay vida sin civilización.