lunes, 4 de julio de 2022

De Pesaguero a Potes

 

Piasca

Saliendo de Pesaguero me desvío hacia el camino cruzando un puente para pasar el río. Asciendo poco a poco hacia la montaña y voy pasando por pueblecitos, sin servicios de ningún tipo.



Entre Lomeña y Loscos dejo el asfalto, o el hormigón, y comienza un camino húmedo con charcos y muchas moscas y mosquitos, pero agradable porque voy entre sombras. Poco antes de llegar a Loscos me para un lugareño y me dice que tiene un huerto al lado y que si me apetece desayunar frutos del bosque. Y así es, en la ladera del monte hay todo un huerto de arándanos y grosellas con muchas variedades, desde el transparente al rojo intenso y al violeta de los arándanos, también de diferentes tamaños, unos algo amargos, otros muy dulces. José es hermano del dueño del huerto, Santos; viven en Loscos. Un huerto experimental, me dice. Me habla también del oso, porque este es un sendero frecuentado por el oso que va buscando cerezas cuando es época, y ésta todavía lo es aquí, también arándanos y grosellas. Casi cada día ven sus huellas o al propio oso cerca del huerto y en el camino. No le importa que la valla este electrificada. Ayer mismo lo vio delante del cuatro por cuatro que conduce, dice que se paró un momento lo miró por encima del hombro, que es como suele mirar el oso, y luego se fue, pero que aún así se le ponen los pelos de punta cada vez que lo ve. José y su amabilidad me han alegrado la mañana.



Ahora voy en dirección a Piasca para ver su bonita iglesia románica.


Es la segunda vez que visito la Iglesia del antiguo monasterio de Piasca sin poder entrar dentro. Una vecina que está regando en la casa de al lado me dice que solo se puede ver del 15 de julio al 15 de septiembre. Más adelante sigue el camino de cerezas, en el suelo las hay marrotadas. Me imagino que el ansia del oso, sus bocados, han hecho que se le cayeran de la boca. Que por aquí ha pasado el oso es evidente porque he visto una gran cagada suya, que según José se parece a la de la yegua. De hecho me precede, estoy seguro, porque acabo de encontrar una huella fresca en el barro.

Santo Toribio 

Duermo en el albergue de Potes. Por la tarde después de comer subo al monasterio de Santo Toribio. Un franciscano con alba blanca y mascarilla nos explica la historia del monasterio, las miniaturas del Beato de Liébana y el lignum crucis. Lo explica con unción: sospecha que quienes lo escuchamos no somos creyentes. Hace volutas con su retórica para que dejemos de serlo 


La gran duda ahora es qué hago mañana. Hasta el miércoles se anuncian grandes probabilidades de lluvia. ¿Seguiré hacia adelante, hacia San Vicente, haciendo el Lebaniego a la inversa?


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