viernes, 8 de julio de 2022

De Pendueles a Piñeres

 


Dormí ayer en Pendueles, en un albergue cómodo. 20 €. La dueña algo particular: cuando reservé me dijo que ponía desayuno, lo que no me dijo era que lo cobraba aparte, 5'50 por un café y unas tostadas. La cena, sin embargo, estaba bien, por 10. En el pueblo había ambiente del camino: un par de albergues y bastante gente. La nota de color la ponían tres mujeres coreanas que lograron hablar con los paisanos del lugar aunque no se cómo lo hacían. Compartí habitación con otros dos, un madrileño y un barcelonés. En habitaciones individuales había una alemana, una 'gironina' y otro español. Atendía, aparte de la dueña, un francés que se ha quedado como ayudante durante un mes para aprender español. Pronto la conversación solo se hizo en inglés: sobre Europa y la falta de un idioma propio para hacer nación. 

En 2016 pasé con pleamar. Qué diferencia


He hecho otra ruta larga, 34 km, entre Pendueles y una población que se llama Nueva. Tranquila y sin dificultad aparte de la distancia. La mayor parte, hasta Llanes, acompañada por el madrileño, Clemen, uno de esos madrileños a los que tanto les gusta hablar. Trabaja como técnico de mantenimiento en un hospital de Getafe: me ha contado lo duros que fueron los meses de la pandemia. Los muchos muertos, porque el hospital no estaba preparado (faltaba oxígeno por ejemplo), los llantos de las enfermeras y los médicos como nunca había visto. 



Aunque en el Camino del Norte no hay afluencia masiva, si se ven casos que llaman la atención. Por ejemplo, un señor muy mayor, por encima de los ochenta años, con una buena mochila y lento caminar, que parecía trastabillar a cada paso, al que todo el mundo se le quedaba mirando con admiración o envidia. Una madre francesa con tres niños pequeños por debajo de los diez años. Ayer dormían en Pendueles y esta mañana los he adelantado en el camino a hora muy temprana. Otros tres, quizá franceses, dos mujeres y un hombre, de edad muy avanzada, salían de una playa y con sus mochilas.


He comido bien, abundante, en el restaurante de Nueva. Por aquí son generosos en las raciones, y en general cocinan bien. Estoy en un albergue pequeño, en Piñeres, con solo seis camas, acompañado de dos latinos un belga y un suizo.



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