Recoge Pau Luque en Las cosas como son esta cita de Namwali Serpell, escritora zambiana afincada en Estados Unidos («The Banality of Empathy», The New York Review of Books):
“El modelo de arte empático fácilmente puede derivar hacia el deleite del sufrimiento por parte de aquellos que viven libres de sufrimiento. Es una puerta de entrada para que los blancos se puedan sentir salvadores, con su familiar mezcla de propaganda, pornografía y paternalismo. Es un paliativo emocional que nos distrae de las verdaderas injusticias, en la pantalla o en la página, por no hablar de nuestras vidas reales. Y ha impuesto a los lectores y a los espectadores la idea de que pueden y deben usar el arte para habitar al otro, especialmente al marginalizado.
Quizá aún peor, ha impuesto en aquellos que hacen arte, especialmente a los marginalizados, la idea de que pueden y deben construir vehículos creativos para la empatía. Esta dinámica grotesca produce obras de arte aburridas e indulgentes. Y de hecho perpetúa y asume un desequilibrio en el mundo: están aquellos que sufren, y aquellos que no y que tienen tiempo libre para ser convencidos –a través de novelas y películas que producen empatía– de que los que sufren sí importan”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario