jueves, 17 de marzo de 2022

'Purificar', les dice

 


El pueblo ruso siempre podrá distinguir a los verdaderos patriotas de la escoria y los traidores y simplemente escupirlos como una mosca que accidentalmente voló a sus bocas. Estoy convencido de que una autopurificación tan natural y necesaria de la sociedad solo fortalecerá a nuestro país, nuestra solidaridad, cohesión y disposición para responder a cualquier desafío” (Eso les dijo ayer Putin a los suyos)


Estamos viendo un acto salvaje contra una población desarmada: bloques de viviendas destruidas, hospitales escuelas puentes bombardeados. Hemos visto cómo se destruye un hospital de mujeres embarazadas y de niños en Mariúpol, cómo se bombardeaba una cola del pan, un teatro en la misma ciudad repleto de civiles con la palabra ‘Niños’ escrita en letras grandes para que se viese desde el aire (foto abajo), como caía un misil llevándose a hombres y mujeres con maletas que huían hacia el oeste, corredores humanitarios que se abrían para a continuación ser atacados. Lo que sucede ante nuestros ojos es el mayor acto de inhumanidad desde el Holocausto, un estado con la mayor maquinaria de destrucción del mundo comportándose como el peor grupo terrorista. Un tipo de terrorismo que nos recuerda episodios antiguos de venganza, como la destrucción de Nínive por los babilonios o la de Cartago por los romanos, donde los libros de historia nos decían que no quedaba piedra sobre piedra. Las guerras son brutales en toda época, pero en general están sometidas a ciertas reglas. Este no es el caso, pues no ha habido ninguna provocación de por medio, ningún territorio que hubiese sido usurpado, ninguna población que necesitase ayuda por estar siendo maltratada. Cómo considerar guerra a este acto brutal cuando una maquinaria salvaje asalta de noche a una población que hasta la tarde anterior paseaba y compraba en las tiendas, charlada en los bares y restaurantes, hacía la vida que cualquier ser humano sobre la tierra hace cuando vive descuidado.




No puede haber vida normal sobre la tierra si el hombre y el Estado que están actuando de este modo sobreviven. Ya lo han hecho otras veces, aumentando en cada ocasión la potencia destructora: Chechenia, Georgia, Siria y Ucrania, siempre con el mismo proceder terrorista, con la misma inhumanidad, multiplicando cada vez la apuesta destructora. Callamos cada vez, cuando Grozny y Alepo eran destruidas, seguimos con nuestros cómodas y fáciles vidas como si esos actos de inhumanidad no fuesen con nosotros.


Mariupol

Qué gran error asegurarle mediante torpes declaraciones que no vas a utilizar tu fuerza, que por miedo no vas a utilizarla, que nunca la usarás porque quieres la paz. Cometen un grave error quienes piensan que alcanzado un acuerdo esta vez, el afán destructivo se detendrá y no habrá más guerra. Pero la próxima será aún peor. No se cansan de repetirlo quienes le conocen. Otros rusos como él. Kamil Galeev, Jodorkovsky o Andrei V Kozyrev nos alertan del gravísimo error que estamos cometiendo. Aciertan a describirlo como un capomafioso que trata a los suyos como esbirros cobardes, y al resto de los países mediante las formas del gánster, por el chantaje del terror que tiene éxito mientras los que se le enfrentan muestran su miedo y ceden, pues el ceder cobarde es el combustible que necesita para alimentar su máquina de muerte. Así añade fortuna a su fortuna y agrega territorio a su vasto territorio sin que nunca se dé por satisfecho. Hay que detenerle esta vez porque después de esta no habrá otra vez.


Hay que enseñarle los dientes como el los enseña, poner ante sus ojos una maquinaria de guerra superior a la suya, decirle todo esto caerá sobre ti, tú y tus esbirros desapareceréis de la tierra. Detén tus aviones, echa atrás tus tanques, enfunda tus misiles, vuelve por donde has venido, y animar a sus generales y a su pueblo a que lo depongan tras la derrota pues si no lo hacen vivirán en el deshonor, seguirán en la esclavitud en la que ahora viven. El mundo no tendrá paz mientras esa máquina de terror siga enhiesta apuntando a los hombres libres y pacíficos. Y una vez depuesto, un tribunal ha de juzgar su crimen, a ser posible en Lviv (también nombrada Lemberg, Lvov o Leópolis), donde estudiaron Hersch Lauterpacht y Raphael Lemkin creadores de las figuras legales de genocidio y crímenes contra la humanidad. No hay civilización con hombres así al mando.


Hasta ahora la respuestas de Occidente ha sido la del hombre acobardado ante un perro ladrador, arrodillado pidiendo por favor que no siga adelante. Si los gobiernos de Occidente son débiles lo son porque su población es débil. Avergonzados de vivir en un territorio donde las enseñas son la libertad y el bienestar. Avergonzados de resolver nuestros conflictos mediante la ley y el derecho y no la fuerza bruta. Avergonzados por filósofos y escritores amorales que nos hacen creer que nuestro bienestar se debe a la esclavitud y la mala vida que aún existe en otras partes del mundo. Pero no es vergüenza lo que debemos sentir sino orgullo por haber construido una civilización moralmente superior, y voluntad de rescatar a los demás hombres de la vida esclava y humillada en la que aún se encuentren.




 

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