sábado, 19 de marzo de 2022

Mix

 



Disfruto con la mezcla. Me pongo los cascos. Salgo a pasear y abro mis oídos, mi cuerpo, tendría que decir, a la lista de canciones que la plataforma de música a la que estoy suscrito tenga que ofrecerme. Cada día una lista diferente. Como le doy ‘me gusta’ a mucho de lo que voy oyendo, el algoritmo mezcla todo, jazz, clásica, electrónica, reguetón; la Mutter con Luna Ki, Imagine Dragons con Camila Cabello, Mozart con Charles Lloyd. A la mayoría los desconozco. Me dejo llevar y así hago descubrimientos. Raramente voy a un disco completo. Hay excepciones. 


Rosalía. Rosalía es todo eso, mezcla, sincretismo que se decía antes. Su último disco es obra de laboratorio, producción. Un producto, me quito el sombrero. Demasiado Versace en las letras. No es poesía, diría yo. Tampoco música, para mí la música es otra cosa, pero alimenta. Chispazos. No sé si tanto mix añade o resta, sé que algunos la ponen en un altar. Las que más me gustan: Sakura y La fama. De usar y tirar, como aquellos discos de plástico que en los 80 se repartían dentro de las revistas juveniles. Pero quién soy yo para entender lo que hace Rosalía.


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