miércoles, 16 de marzo de 2022

Barbarie y civilización

 



Vivimos en una era en la que actuar como ovejas se ha convertido en la norma. En el que la cobardía es el defecto. En el que las ideas de liderazgo y sacrificio parecían letra muerta… Si las últimas tres semanas nos han recordado algo, en el fondo, es que la línea entre la civilización y lo que podríamos llamar incivilización es muy delgada. Things Worth Fighting For Bari Weiss


Agazapados en los sótanos de las redes, con sobrenombres supuestos, sacan a relucir un resentimiento que no se sabe de dónde viene. El mundo está mal hecho y los culpables son claros, la Otan, EE UU, Europa, Occidente. No se paran a pensar cómo sería su vida en los países que defienden, tampoco si su país de pronto fuese invadido, su casa y sus medios de vida destruidos. No están solos, bajo la deposición que acaban de hacer pronto aparecen corazoncitos rojos que les apoyan. Pocos les contestan y si alguien lo hace, en sus respuestas surge un odio de difícil sanación. No entiendo por qué pero, aunque aparecen en todos los idiomas, en español mucho más. A estos individuos lo que sucede en Ucrania les resulta indiferente, los videos que a cada minuto aparecen en la red con las desgracias de Ucrania les resbalan como piedras rebotando en el lago. ¿Qué nos ha pasado: la educación, su falta, la polarización política, las políticas del gobierno, la falta de nervio moral de la sociedad? Una sociedad indiferente, ¿puede haber algo peor?


En esta guerra se enfrentan un imperio en decadencia, Rusia, un territorio en los mapas, como lo eran los antiguos imperios (Francia y GB, por ejemplo, antes de que la aventura de Suez, en 1956, acabase con ellos), que no ha perdido su apetito de conquista, y Occidente, un espacio mental, imbuido de las ideas de las revoluciones francesa y americana: libertad, igualdad, ley, derechos. De algún modo, el siglo XIX contra el XXI, una guerra no sólo de ideas contra territorios, sino también de concepciones militares opuestas: al asalto mediante artillería frente a sanciones económicas. Un enfrentamiento que se repite en todos los países: los restos mitificados de un pasado imaginado contra un presente que deshilacha las fronteras, los restos del viejo nacionalismo contra la aspiración a una vida de intercambio. La extrema derecha quiere volver a afirmar el territorio, los liberales al comercio que enriquezca a todos los países. Conquista física frente a conquista mental. Pensemos en la derecha nacionalistas española, a la espera de convertirse en élite para robar bajo la idea de la antigua grandeza de España, o en las élites nacionalistas locales (catalanas, vascas y regionales), todas apegadas a su territorio, frente a la idea liberal de España como espacio mental, que no distingue etnias, procedencias o lenguas, afirmada en la Constitución y esperando a auparse a un espacio mental superior, Europa. Sus élites, bajo el amparo constitucional, no menos extractivas, enriqueciéndose mediante formas de redistribución cambiantes que les favorecen, notablemente la política energética, pero dejando vivir con una libertad que se amplía cada día. Este caso de hoy mismo.


Cataluña, España, Europa, el mundo global, territorios y espacios mentales a la vez. Los 350 parlamentarios ucranianos se reúnen en Kiev bajo las bombas para extender la ley marcial; 343 votaron a favor. Zelensky hace un discurso emocionante ante el Congreso americano. ¿Cuántos meses estuvo cerrado el Parlamento español por la pandemia? En las grandes ciudades europeas ha habido grandes manifestaciones contra la invasión. Aquí los organizadores de las manifestaciones del No a la guerra (Iraq) se han abstenido de convocar ninguna. Solo los inmigrantes ucranianos lo han hecho. Qué envidia de los primeros ministros polaco checo y eslovaco yendo a Kiev. Qué vergüenza ser español. A día de hoy solo me reconozco en la patria europea. Entre la barbarie y la civilización no puede haber duda.


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