lunes, 28 de marzo de 2022

Entre hombres / Pam y Tommy

 


A los espectadores -¿somos algo más que espectadores?- nos gustan las ficciones acarameladas, probablemente lo que más se lee, también la novelería de criminales. Hay un montón de mujeres escribiendo historias de amor o ‘novelas románticas’ como le dicen. Y un montón de hombres escribiendo novela negra, con algunas excepciones. Amor y sangre es lo que nos apasiona, más en la ficción que en la realidad. Las historias de amor no suelen acabar bien en la vida real, por eso la gente busca finales felices en la ficción; la sangre derramada, tan desagradable de ver en la vida real -¿quién sigue lo de Ucrania más allá de los minutos que le dedican los telediarios?-, se agradece en la pantalla, por eso necesitamos detectives que desenreden tramas y policías brutales que desorganicen bandas de mafiosos. Todo ficción. (¿Quién dirá que lo que tomamos por real no es otra ficción?).


De tanto repetir los esquemas del género, las historias de amor se oscurecen y se estiran las dependencias sexuales, ensanchando los límites de lo posible; lo mismo sucede con los thrillers policíacos con tramas complicadas y brutales. Al final cansa, ya no sorprenden las exhibiciones, sean sexuales o sangrientas. Es lo que sucede con estas dos series. En Pam y Tommy, una pareja más o menos glamurosa, la formada por Pamela Anderson, conocida por el cuerpazo que exhibía en Los vigilantes de la playa en los 90, y Tommy Lee, un baterista de un grupo de rock -inspirada en hechos reales, dicen-, está implicada en un incidente chusco: graban su primer encuentro sexual bajo el agua y la guardan en una caja fuerte como recuerdo. La cinta, sin embargo, cae en manos de un carpintero a quien no pagan el precio acordado por los arreglos que está haciendo en la mansión de la pareja y se venga poniéndola a la venta. Eran los inicios de internet.




Entre hombres, una serie argentina también situada en los 90, es un derroche de sangre: pandilleros, políticos y policías corruptos, mafiosos, vendedores de droga enloquecidos. Es difícil seguir la trama, por lo enrevesada y porque a los actores se les entiende poco -no me he enterado de casi nada de lo que decían-, pero no importa demasiado porque de lo que se trata de de ir acumulando sangre. Si en Pam y Tommy el centro sobre el que gira la trama es la belleza y la juventud, bien representada e interpretada por Lily James y Sebastian Stan, en Entre hombres no hay tal cosa sino actores escogidos como arquetipos de hombres crueles y depravados, tal como en el imaginario aparecen los facinerosos de los barrios bajos. Ambas series no son una maravilla, pero la mente, al final del día, descansa dejándose llevar por las imágenes.



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