martes, 15 de marzo de 2022

Élites extractivas

 



El suelo de los campos de trigo está lleno de metal: fragmentos de proyectiles, piezas de tanques y automóviles volados, restos de aviones y helicópteros derribados. Y está todo cubierto de sangre. La sangre de los soldados rusos que no entienden por qué luchan, y la sangre de los soldados y civiles ucranianos que saben que si no luchan, Ucrania dejará de existir. En su lugar habrá un cementerio con una choza de cuidador y una especie de gobernador general enviado desde Rusia se sentará y lo custodiará”. Me he quedado sin palabras para el horror de los crímenes de Putin en Ucrania. Andrei Kurkov.


¿Es que no hay diferencia entre Putin y la gente del común? Sí que la hay. A Putin lo favorecieron las circunstancias, fue proyectado a la élite. La cleptocracia. Las élites son por definición extractivas. Antes que cualquier otra cosa roban, empiezan a robar y ya no paran. Organizan el poder conquistado para robar impunemente. Si pueden, a pueblos colonizados, si no a su población, o a ambos a la vez. Para prolongar en el tiempo su poder y su afán de enriquecerse, moderado si actúan en un sistema ordenado por reglas (democracia) o inmoderado, si usan tácticas gansteriles (autocracias), necesitan ideas que lo sustenten, que seduzcan, entusiasmen y esclavicen a la población, una ideología que justifique el robo, que lo convierta en necesidad estructural del sistema. En los países ricos las élites se enriquecen ordenando a su favor la distribución. En los países pobres se enriquecen creando ideologías que ilusionan al pueblo: nacionalismo y comunismo, ambas nacidas en el siglo XIX, o una mezcla de ambas. El comunismo era una bella idea, quitarle el poder a la élite y repartirlo entre todo el mundo. El despertar de ese ideal fue terrible: el control de la nueva elite fue tan férreo que desapareció la libertad y se igualó en la pobreza a todo el mundo salvo a la élite. Putin se crió y educó bajo el orden comunista y la idea imperial de la Gran Rusia. Al igual que él, la mayor parte de los rusos han crecido en esa cultura. De esa idea, en la que él mismo cree, tira para mantenerse en el poder, para hacerse el hombre más rico del mundo (¿cien mil millones de dólares?) y para movilizar o inmovilizar, según le convenga, a la población.


La personalidad de Putin explica la personalidad del hombre común. Su cerebro se ha formado como el de cualquiera siguiendo patrones biológicos, su mente ha sido formateada por el conjunto de ideas dominantes en su cultura. Su mente está cercada. Recluidos en el estrecho margen mental del sectarismo, él y el hombre común no pueden ver. Cualquier hombre en parecidas circunstancias no sería inmune a la tentación del poder y la riqueza absolutas. En lo alto de la pirámide, cualquiera de los dos, se creerá inmortal. Por eso necesitamos reglas, contrapesos de poder, ejecutivo, parlamento, jueces. En Rusia no existen. Todo el poder lo tienen Putin y sus cleptócratas.


Volvamos la vista a casa. Es como si la gente no pensase que estamos en guerra o que si hay guerra no va con nosotros, que algún tipo de escudo invisible nos protege, o que, expresando algún tipo de jaculatoria por la paz, adquirimos la inmunidad. La pasiva sociedad española ha sido incapaz de organizar manifestaciones contra la invasión y a favor de la implicación con Ucrania. Solo ha habido manifestaciones chiquitas, en comparación con el resto de los países europeos, y de ucranianos residentes. Los organizadores de manifestaciones como las famosas del No a la guerra de Irak callan cuando no son quintacolumnistas. La mayor parte de las élites mediáticas políticas y culturales, cuya actividad extractiva depende de mantener una sociedad pasiva y adormecida, ven la realidad desde el ojo tuerto del antiamericanismo. Por eso no movilizan. De la apatía de la sociedad proviene el reparto desigual en la distribución de los recursos. Solo unos pocos ponen sus coches y su dinero para ir a buscar refugiados a la frontera con Ucrania o los acogen aquí.


Mentes formateadas por la superficialidad de los pequeños clips de imágenes transmitidas por Instagram, TikTok y WhatsApp. A velocidad de vértigo corren y son desechadas, pero van componiendo uno encima de otro los ladrillos con que encarcelan las mentes, cuya visión del mundo se alimenta únicamente de esos clips. Una mente blanda sin compromiso con el mundo, extremadamente vulnerable.


"Putin y sus subordinados son, de hecho, menos políticos que gánsteres, y deben ser tratados como tales. En lugar de hablar de rampas de salida, por ejemplo, debería haber promesas de juicios por crímenes de guerra (nombres incluidos) para aquellos que secuestran alcaldes, disparan contra civiles que huyen y atacan hospitales de maternidad; en lugar de preocuparse por la escalada, debería haber promesas de erradicación del ejército ruso en Ucrania en caso de que use armas químicas. En lugar de una ayuda militar cuidadosamente valorada, debería haber un esfuerzo masivo para armar a las personas que saben por qué están luchando y son buenas en eso" Eliot A. Cohen.



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