miércoles, 16 de febrero de 2022

Le consentement, de Vanessa Springora

 


"Los cuentos infantiles son una fuente de sabiduría. Si no, ¿por qué pasarían de una época a otra? Cenicienta intentará marcharse del baile antes de la medianoche; Caperucita Roja desconfiará del lobo y de su voz cautivadora; la Bella Durmiente evitará acercar el dedo a ese huso que la atrae de forma irresistible; Blancanieves se mantendrá alejada de los cazadores y en ningún caso morderá la manzana, tan roja y apetitosa, que el destino le tiende…

Advertencias que cualquier joven haría bien en seguir al pie de la letra".


Los aristócratas medievales, incluso de los siglos posteriores, se arrogaban el derecho de abusar de sus subordinados. No había ley que les impidiese acostarse y forzar a mujeres contra su voluntad, y a niñas que debían estar bajo su protección, porque su voluntad era la ley. Una élite de artistas y burgueses tomó el relevo, hasta hace bien poco, parapetándose bajo una moral superior que no amparaba al resto de la población. Intelectuales y amigos cómplices les reían las gracias y jaleaban sus supuestas conquistas sin un punto de compasión por las víctimas (Véase este vídeo del programa de literatura más famoso de la tv francesa, donde solo una persona, no francesa, le echa en cara su impudicia al antagonista de Le consentement). Incluso a finales de los 70 llegaron a redactar cartas y manifiestos en Le Monde y otros medios, firmados por la crema de la intelectualidad parisina, que pedían una liberalidad de costumbres que despenalizase las relaciones sexuales entre adultos y niños, sin cuestionarse el desarrollo psicológico de estos, y por encima de cualquier juicio moral. No estaba en juego el equilibrio emocional y la salud mental de los niños y las adolescentes sino el placer sin cortapisas de los corruptores. Cómo nos hicieron odiar, y erradicar del lenguaje, esta palabra, 'corruptores', que teñía de sordidez sus prácticas 'liberadoras'. Muchos de aquellos firmantes contribuyeron a la corrupción de la mente moderna, con el llamado pensamiento posmoderno que nos agobia: Roland Barthes, Gilles Deleuze, Simone de Beauvoir, Jean-Paul Sartre, André Glucksmann, Louis Aragon, Françoise Dolto, Louis Althusser, Jacques Derrida, así hasta 80 personalidades. Vanessa Springora les da la réplica:




Una figura singular aparece en sus páginas del libro. Cuando V., que así se denomina la autora en estas páginas, en un acto de coraje nada fácil, decide abandonar la habitación de hotel donde vive con su seductor, dudando dónde pedir ayuda, acude a la casa del filósofo rumano Emil Cioran, amigo del escritor y declarado nihilista. Pero no es ayuda lo que obtiene de él, sino la recomendación de que siga al servicio del hombre superior:




Vanessa Springora ha escrito en El consentimiento su experiencia de adolescente seducida por uno de esos hombres que daban por hecha su superioridad moral por encima de la multitud vulgar de los lectores. Gabriel Matzneff ( G. en el libro) era un escritor conocido que utilizaba sus experiencias como seductor de adolescentes, que iba a buscar a la salida de los colegios, y de 'culos frescos' de 11 o 12 años, por los que pagaba, en un viaje anual a Manila, para su satisfacción, para contar como experiencia en sus novelas y diarios publicados, donde anotaba en detalle los nombres la edad las características de sus 'conquistas'. Springora cuenta en este breve libro, en el que no hay una palabra que sobre o una imagen literaria que lo embellezca, cómo se dejó seducir por un adulto sin escrúpulos, que le hizo romper con su madre y gente de su edad para entregarse a él en exclusiva, cómo abandonó el colegio, y lo mal que lo pasó para acabar con esa relación tan tóxica. También los años en blanco posteriores para rescatarse de aquella esclavitud y alcanzar una casi imposible vida de adulta. Vanessa Springora recorre, con admirable timidez y contención, diría yo, los episodios más dolorosos de su vida, desde la caída hasta la dolorosa recuperación.


Hay todo un género literario para jóvenes, las llamadas novelas de iniciación. Este libro podría ser su contrapunto, la advertencia de que hay iniciaciones no deseables. Es breve, hay traducción, y es útil tanto para padres como para hijos adolescentes.


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