viernes, 18 de febrero de 2022

Bajocero y Libertad (2021)

 

A la espera de ver las obras de los dos directores más prometedores del cine español, Jonás Trueba (Quién lo impide) y Carla Simón (Alcarrás), sigo con la cosecha del 2021, con una declaración de intenciones: me niego a ver Mediterráneo, aunque vi El buen patrón, tan buena que he saltado por encima del podrido Roures, el buen patrón.




Hay películas cuyo fin último es el entretenimiento (para ganar dinero, por supuesto) y por ese fin deben ser valoradas. Es el caso de estas dos que ahora comento. Bajocero me ha resultado entretenida, la he visto, en Netflix, sin pestañear de principio a fin. De la película de Urbizu, Libertad, en Movistar, esperaba lo mismo, pero me ha aburrido, tanto que no la he podido acabar. Generosamente financiada, la producción cuida con primor los detalles, la escenografía el vestuario el montaje los actores la música todo. En Bajocero, por contra, queda la impresión de improvisación, como si todo y todos fuesen primerizos (salvo Gutiérrez qué es un enorme profesional). El aparente o real aire de descuido, en el guion en la planificación en la composición de los actores, le aporta veracidad. Tiene uno la impresión de que lo que está viendo podría suceder, aunque los profesionales que retrata digan que está llena de errores con respecto a lo que ocurre en la vida policial.


Bajocero es una road movie con traslado de presos en un furgón blindado, asaltado en el campo, en medio de una noche invernal. Libertad puede ser una road movie, o un western (¿no es lo mismo?), de bandoleros peleando en la España decimonónica. La fidelidad de Libertad al orden moral vigente es lo que la hace aburrida, no una fidelidad a la moral decimonónica que sería lo previsible, y en la que vivirían los personajes si hubiesen existido, sino que la historia que se cuenta está trazada con las mañas de nuestra época: los personajes han sido concebidos aquí y trasladados al XIX en un paisaje moral imposible, descontextualizado. Viajeros en el tiempo, pues. En Bajocero, en la escena definitiva, donde se pone a prueba el carácter del policía, este se comportará a lo Clint Eastwood; en Libertad, un foso infranqueable separa a los tipos bondadosos (tan bien perfilados al gusto de nuestra época) de los malvados irredimibles.



Justamente los prejuicios a la hora de componer el guion y de dirigir son los que hacen que una película sea aburrida y la otra entretenida y que la censura invisible haga que una pueda ser candidata a algún premio y buenas críticas y la otra no. Son las imperfecciones de
Bajocero lo que la hacen tan entretenida y el perfeccionismo técnico y la construcción moral de Libertad lo que la convierte en un bodrio.


No hay comentarios: