sábado, 15 de enero de 2022

Ingenioso

 


Allí donde se manifiesta el ingenio no te queda otra que, abriendo bien las orejas, aplaudir. Reconozco en Los años extraordinarios el brillo ingenioso, frases breves, chispeantes, personajes breves, sucesos breves. Falta todo lo demás. Cuando uno lee un libro, al menos yo, no quiere rendir pleitesía al autor porque sí, sino aprender algo sobre sí mismo, sobre lo por vivir o lo desbaratado, y eso no sucede con este libro, por eso lo abandoné.




Cortés me recuerda a la secretaria general del PSOE en Castilla y León (entrevistada hoy en EM). ¿Para quién escribe me preguntó, para quién habla con tanto desparpajo? ¿Hay alguien al otro lado? Supongo que sí pues ahí está a doble página, lleno de elogios. De la secretaria no he podido pasar del titular y un destacado, ¿quién habrá podido? Por lo menos de Cortés me vi entera Buried. Ingeniosa de principio a fin. Tanto la secretaria como el escritor cineasta lo confían todo al ingenio, una sin él, el otro replicado por tambores de amigos, conocidos y deslumbrados. Palomitas chisporroteando en el microondas. Pero como demuestran Macron y Merkel, y Borges otro ingenioso, las frases han de estar orientadas por la brújula de la realidad -zozobrando, temblando, equivocándose- para desnortar. El juego del ingenio se acaba rápido, no dura más allá de 10 páginas. Yo he llegado a las 27, pero ni una más. Siempre cabe que el golpe de verdadero genio aparezca en la 28. Es el riesgo que se corre por tener un gusto propio. Y mira que tenía ese libro guardado bajo siete llaves, el primero de cinco, para un banquete. Para que te fíes de los amigos. Ergo, no os fieis de mí, ni por asomo. Pero permitidme el derecho al cabreo. Leed a Rafa Lahuerta.



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