viernes, 5 de marzo de 2021

Ane

 


Lide trabaja como vigilante de seguridad en las obras del AVE en Vitoria. Es 2009, grupos de jóvenes se oponen a la llegada del AVE y en especial a la expropiación de viviendas por su causa. Hace varias noches que su hija Ane, todavía en secundaria con 17 años, no duerme en casa. Lide es una mujer de carácter. Acude al instituto donde se le acusa de pinchar las ruedas del coche de un profesor y a un centro cultural donde le dicen que ha robado el dinero de una caja reservada a actividades. Lo último que se sabe de ella es que ha acudido a Bayona donde tiene amigos huidos. Lide, junto con su ex marido Fernando, iniciará una búsqueda que le lleva a descubrir aspectos de su hija que le sorprenden y desconciertan. Hacia el final, las oficinas donde trabaja Lide saltan por los aires. A Lide no le queda otra que asumir aquello para lo que no estaba preparada.


La película funciona admirablemente bien. Es una película del 2020 que tenía ganas de ver y que ahora se ha estrenado en Movistar. David Sañudo sabe transmitir tensión. Contribuye un guión nada retórico, escueto y frío, que va mostrando los pasos que da Lide en el desvelamiento de las actividades de su hija Ane. El peso de la película recae en la actriz Patricia López Arnaiz, que transmite energía inagotable. La película se centra en el suceso familiar, los padres y el adolescente. El contexto político que resulta decisivo para la relación de la hija con los padres aparece como pantalla de fondo sin que la película emita un juicio al respecto. Una decisión inteligente por parte de los guionistas. No entiendo, sin embargo, la intromisión de la cámara subjetiva, invasiva a menudo, adoptando perspectivas que no se comprenden, pues no implican a un observador externo.


La película como digo es excelente, pero cuando veo alguno de los documentales series y películas de la avalancha reciente con el tema vasco de fondo, siempre me pregunto por qué ahora y no antes. Las grandes obras, las que perduran, son las que plantean los problemas vivos en el momento en que se hacen, y todavía mejor si los anticipan. No hubo creadores interrogando cuando la sangre corría (o muy pocos e inaudibles). Ahora todo esto son productos de entretenimiento. No ayudan, o lo hacen muy levemente, a desperezarse del manto conservador que tranquiliza y asienta las conciencias. Y sin embargo sí que hay interrogantes urgentes que los creadores deberían plantear sobre el momento de la sociedad vasca, y española. Interrogantes que incomoden al consenso dominante y al ciudadano que mira complacido la pantalla. Los creadores auténticos no van a favor de la corriente. (Ahora en Movistar)


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