viernes, 20 de noviembre de 2020

"Una verdad íntima, humilde e incondicionada"

 

A una amiga


Me pregunto qué hubiese sido de mí, con un sistema educativo como el actual (aún no está en vigor la nueva ley), qué tipo de zote sería, cómo de cuadriculada mi cabeza, qué tipo de animal skinneriano sería, sin haber aprendido habilidades para defenderme de la agresión mediática.


Somos una colectividad, las instituciones se construyen para protegernos a todos. En una sociedad débil o autoritaria, la familia acomodada salva a los suyos. (Te recomiendo la película alemana, en cartelera, sobre una niña en la Alemania de 1933, que critico en el post anterior). Una familia sin recursos (económicos, culturales, de relaciones), como era la mía y la de la mayoría de la población, no puede 'habilitar' a sus hijos o muy difícilmente. Eso lo hace un buen sistema educativo. Sin él los débiles quedan a la deriva: los de fuerte carácter es posible que salgan adelante, algunos serán carne de cañón de las ideologías extremas y la mayoría sobrevivirá sin que puedan desarrollar sus posibilidades. Por eso es tan importante la cuestión de la lengua: no es ideológica es una cuestión social. No me importa que tú, individuo particular, valores hablar muchas lenguas, defiendas la riqueza del bilingüismo, importa que al que no cuenta se le cercene lo básico: aprender más fácilmente en su idioma natal, antes de poder empezar a hablar otros idiomas. Un buen sistema educativo es un marco, hace que la igualdad de oportunidades sea verosímil. Asombra la indiferencia ante los niños de familias humildes, que se les agreda como moneda de cambio en una negociación política. Viviendo en una sociedad democrática somos corresponsables del bien de todos, especialmente de los que no se valen por sí mismos. Hoy, la coalición que nos gobierna prefiere atender al bien de solo una parte.


No quiero que te afilies a nada, mi afán es pedagógico. Eres tú quien debe hallar "una verdad íntima, humilde e incondicionada", como hoy dice en una extraordinaria tribuna en el periódico Mercedes Navío.


Las ideas fijas y falsas o los sentimientos de retracción que contienen nuestra mente nos impiden percibir con claridad las cosas que tenemos ante los ojos por iluminadas que estén. Nos adherimos al mundo de formas difusas y a escala que absorbimos en la exposición de una catequesis cuando nos aleccionaban junto a otros de nuestra edad. "El espíritu vive en sí mismo, y en sí mismo puede hacer un cielo del infierno, o un infierno del cielo". (John Milton).



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