martes, 24 de noviembre de 2020

Raised by Wolves

 



Me ha sucedido varias veces, animado por críticas muy positivas o por la seducción de la tecnología futurista o por el gusto de lo oscuro y de la ficción, que me he puesto a ver una serie animoso y listo para el disfrute, series como Dark, Yo Robot o, recientemente, Raised by Wolves, y otras que de tan malas ya no recuerdo el título, y que al cabo de uno dos o tres capítulos, arrellanado en el sofá, me pregunto con cara de idiota y por qué c*** estoy viendo esto. La promesa de goce que aparece en el primer capítulo o en la publicidad se estampa de golpe en la pantalla y me pregunta por qué pierdes el tiempo de este modo y no estás haciendo algo más interesante. Hay una hora de la noche en que me basta poner los ojos en la pantalla, y también los oídos, para dejarme llevar y que la mente se afloje y descanse.


Ese tipo de series se valen de tu debilidad (fatiga laboral, cansancio existencial) para invitarte a que las consumas y los productores puedan presumir de espectadores agregados. Eso es lo que me ha ocurrido con Raised by Wolves, la serie en la que participa Ridley Scott como creador y productor. El punto de partida es atractivo: un par de androides, Padre y Madre, se encargan del cuidado de unos niños en otro planeta después de que la Tierra haya sido destruida por la guerra. El nuevo escenario, la personalidad de los niños, lo que un androide puede hacer, la supervivencia en un medio hostil hace que el interés se mantenga durante los dos primeros capítulos, pero a partir de ahí, nada, la más absoluta falta de imaginación. Es decir, la idea a los guionistas les da para un comienzo pero no para prolongarla durante ocho episodios más. ¿Entonces por qué he seguido hasta el final, hasta el décimo capítulo? En la hora final importa poco qué tema de especial trascendencia ponga el guionista en marcha y por más boba que sea la serie, aunque cuestione a cada momento tu inteligencia y sensibilidad, tu sigues. Como los guionistas de algún modo tenían que acabar, lo que se les ocurrió para que los espectadores vuelvan la próxima temporada, en escarbar en las pelis de Ridley Scott y ver qué sacaban y, lo que de ningún modo parecía una historia de terror, acaba como una continuación de la saga Alien. Conmigo que no cuenten. De todos modos qué otra cosa podía haber esperado de Ridley Scott, un publicitario metido a cineasta que tuvo un golpe de suerte con Blade Runner, más que nada porque tenía detrás una gran novela de Philip K. Dick.



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