lunes, 30 de noviembre de 2020

Presente rabioso

 

Hay un montón de gente empeñada en diseñar el futuro, es decir, en joderle la vida a los demás a poco que se tomen en consideración alguno de sus diseños. Ingenieros, economistas, políticos, periodistas. Un afán desmedido por organizar la vida de la gente, tanto que, como tarda en llegar, piensan en revoluciones, en golpes de Estado, en guillotinas y en asesinatos de todo tipo, planificados y espontáneos. Para poder salvar al hombre primero hay que matarlo, al menos a unos cuantos para que los demás aprendan. Es igual el fondo neurótico que les mueva: un mandato de Dios, el paraíso en la tierra, una humanidad robotizada.


Buena parte de nuestro malestar es que por su culpa no podemos vivir una vida decente ocupándonos de nuestros quehaceres, deberes y placeres al gusto. Siempre pendientes de qué traman, cuál será su próxima jugada. Algunos hasta sueñan con apocalipsis donde sus sueños puedan ser realizados, incluso diseñando el tipo de hombre, sujeto revolucionario lo llaman, que pueda hacerle frente. Qué locura. Lo imperdonable es que prometiéndonos un futuro inmejorable nos joden la vida del presente que es la única que tenemos al alcance, la única de la que podemos disfrutar en la chiripa que es estar vivo.








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