lunes, 2 de noviembre de 2020

Con voz triste su desgracia

 

Es día de fiesta, no si es la palabra correcta, quizá mejor día de duelo. El cielo se oculta a los ojos, una extensa capa gris tapa el horizonte en cualquier dirección. No son nubes viajeras, distinguibles, solo una grisura uniforme que sin embargo no es amenaza de lluvia. La carretera, el campo, los pueblos fantasmales que atravieso dan la sensación de quietud, de sosiego. Hay un poco de viento en superficie pero nada se mueve, ni se oye. Solo silencio. Hurones, Riocerezo, Temiño. Nada, nadie, ninguna señal de vida, pueblos embalsamados, vacíos. Hay algunos coches aparcados pero, solo algunas rapaces son señal de que la vida no se ha extinguido. Cerca de la ermita del Valle, un par de kms antes de Monasterio de Rodilla, una pareja pasea con su perro. Ellos llevan bozal, el perro no. Atravieso la N-1, Santa María de Invierno, Piedrahita. Villaescusa la Sombría. Saludo a un anciano apoyado en su cachavita. Hiniestra, San Juan de Ortega: el hostal que acoge a peregrinos, donde suelo tomar el café, está atrancado, es la primera vez que lo veo así. Oigo un disparo de escopeta a lo lejos, más tarde encuentro y saludo a tres cazadores que me devuelven los ‘Buenos días’ con un ‘Apa’. Santovenia, Agés, Atapuerca: carretera por la que siempre suele haber peregrinos. Esta vez no me cruzo con nadie. En Agés un hombre, a la puerta de su albergue, me cuenta con voz triste su desgracia: hace unos meses su compañera cayó sobre el bordillo al salir de casa, se rompió los codos. Me lo muestra con expresivo gesto, sobre este mismo bordillo. Desde entonces están cerrados. En la Cantina de Atapuerca me tomo el café. En el interior hay una animada tertulia. Un grupo de tres en una mesa, dos más acodados en la barra y la cantinera, todos sin bozal. Yo entro con la braga puesta. Bromean a cuenta de uno de los acodados, sobre su edad y supervivencia. Me tomo el café en la terraza. No hace frío. Olmos, Quintanapalla, Rubena. Solo en la N-1, que ahora cojo para llegar a Villafría, hay algo de tráfico, no mucho. Voy sin cuidado. Tengo un poco de viento de cara al entrar en el polígono de Gamonal. Una persona y luego otra corren. Ya en la ciudad hay algo de animación. No veo restos de la violencia nocturna del viernes.


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