sábado, 31 de octubre de 2020

Pico Lobo

 



Bonito día de luz y sol en la sierra segoviana. Como ayer, los automovilistas están asustadizos, apenas se ven, tanto a la ida hacia Pinilla como a la vuelta desde Riaza. La gente da crédito al temor que le inyectan las autoridades: se queda en casa en lugar de salir al monte o al campo, no digo a los pueblos de la sierra, en busca de aire y de vitamina D. La estación de la Pinilla está cerrada. Es lógico, no hay nieve, tampoco hay senderismo. No sé cuántos podemos habernos cruzado, dos bajando y cuatro más subiendo y arriba en la cima otros tres que nos han confesado ser de Boceguillas y un hombre solo que cresteaba. En seguida han desaparecido. Pronto, no eran las dos. El día, otoñal, los robles ya han mudado al ocre. Uno de esos días que hay ir a la naturaleza a contemplarla. Cuando bajábamos, nada más que nuestra conversación. Allá hacia donde mirases, nada, silencio y quietud. El hombre desaparecido. Ni siquiera los seteros, ahora que la temporada está en su mejor momento. Hemos comido junto a la cabina de los remontes, dejándonos bañar por la luz cálida del otoño, luego nos hemos acercado a Riaza a tomar una cerveza. Solos, tampoco había gente en la terraza de los bares. ¿Es más sano encerrarse en casas mal ventiladas?



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